Las conjeturas nunca han sido una forma muy efectiva para tomar decisiones, sobre todo cuando el resultado no es en absoluto evidente. Aunque podría estar bien para las pequeñas elecciones (¿qué debo hacer para la cena?), es una terrible manera de tomar las decisiones realmente importantes (¿a qué iglesia debo unirme?). Tiene que haber una mejor manera, y la hay. Dios nos ha dado el Espíritu Santo, también conocido como el Espíritu de Revelación, para ayudarnos a tomar las decisiones más difíciles de la vida.
Los mormones (un apodo para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días) creen que la revelación está disponible para todo el mundo para cualquier área de la responsabilidad que la persona tiene. Eso significa que el profeta, al igual que los profetas de la Biblia, son las únicas personas que pueden recibir revelación para toda la Iglesia. Imagínese lo confuso que sería si todo el mundo pudiera recibir revelación para la iglesia, nunca sabríamos a quién escuchar si las personas no están de acuerdo. Dios es un Dios de orden y tan sólo una persona está autorizada para establecer doctrina.
¿Qué tipo de revelación personal puedo recibir?
Un obispo mormón (un pastor laico) puede recibir revelación para su propia congregación, pero no para una congregación en la ciudad vecina. Sólo su propia congregación cae bajo su campo de responsabilidad. Una presidenta de la Sociedad de Socorro (líder de la organización auxiliar de mujeres) puede recibir revelación acerca de un interesante programa para su propia Sociedad de Socorro, pero no puede decidir cómo deberían funcionar las cosas para todas las mujeres de la Iglesia en todo el mundo.
Cada uno de nosotros tiene múltiples esferas de responsabilidad. Puedo recibir revelación para mi papel como ama de casa, para mi negocio, para la manera de enseñar la lección de la próxima semana a los niños a los que enseño en la Iglesia, y para mi propia vida. Esas son las cosas de las que estoy a cargo, no de la vida de mi vecino o de toda la iglesia, sino de las cosas por las que soy responsable.
La revelación que recibimos a través del Espíritu Santo se adapta exactamente a nuestras propias necesidades. Aunque algunas respuestas son estándares porque implican verdades o patrones revelados, la mayoría son personalizadas para tener en cuenta muchos factores diferentes: nuestras personalidades, nuestras necesidades, el plan de Dios para nosotros, cómo la decisión afectará a los demás, y así sucesivamente. Es un problema complejo, demasiado grande incluso para el equipo más inteligente, pero Dios sabe todo acerca de nosotros y es capaz de poner todo ese conocimiento en conjunto en una solución perfecta.
¿Qué pasa si no me gusta la manera en que Dios responde a mis oraciones?
A veces la respuesta no es lo que queríamos oír. El trabajo de Dios no es darnos lo que queremos, sino lo que es mejor para nosotros. Ha habido ocasiones en las Escrituras donde las personas exigían algo que no estaba en sus mejores intereses. Cuando ellos ignoraban a Dios y Él les decía que lo hicieran a su manera, siempre llevaba al desastre. Esto es verdad en nuestras propias vidas. Dios nos dice lo que tenemos que hacer, pero somos libres de aceptar o rechazar la respuesta. Sin embargo, no se nos promete una vida libre de consecuencias y por eso, rechazar las respuestas de Dios, inevitablemente, conduce a problemas.
Hay una historia en el Libro de Mormón, un libro que acompaña a la Biblia, que habla de un hombre llamado Abinadí, que fue enviado a predicar buenas nuevas al malvado rey y sus sacerdotes. Cuando enseño esta lección a los niños, siempre les encanta Abinadí y tienen miedo porque Dios le dice a Abinadí que nadie le puede hacer daño hasta que su mensaje haya sido entregado. Mientras él predica, nadie es capaz de tocarlo. Un hombre, Alma, se convierte y se ve obligado a huir cuando el rey quiere lo maten también.
Los niños siempre se molestan de que después que Alma se ha ido y está a salvo, Abinadí es asesinado. Sienten Alma debería haberse quedado atrás para rescatar a Abinadí. A su corta edad, y sin haber escuchado el resto de la historia aún, no se dan cuenta de por qué Dios mandó a Alma a escapar, pero permitió que Abinadí fuera asesinado. Con la conversión de Alma, objetivo final de Abinadí se había cumplido y por tanto podía morir, y él dice que no tiene miedo porque sabe que es salvo. Sin embargo, la misión de Alma apenas está comenzando. Él pasa a la clandestinidad y comienza a registrar lo que aprendió de Abinadí. Después comienza a enseñar estas cosas en secreto para nadie que lo escuche. Muchos se convierten y para el momento en que son descubiertos, son capaces de huir y de construir su propio reino sobre la base de los principios del Evangelio.
Dios puede mirar hacia adelante y por ello vio que el trabajo de Abinadí estaba terminado, pero que Alma tenía mucho por hacer. Era más importante para Alma escapar, que tratar de rescatar a Abinadí, algo que probablemente habría hecho que lo mataran.
Cuando nos fijamos en nuestras vidas, a menudo somos como los niños de mi clase, viendo sólo lo que ha sido revelado hasta ahora. A menudo no tenemos ni la menor idea de lo que está por venir, pero Dios sí y es por eso que tenemos que escuchar y obedecer cuando el Espíritu Santo nos da la revelación personal.
Este artículo fue escrito por:
Terrie Lynn Bittner