christus-jesus-christ-mormon¿Por qué sucede que muchos de nosotros intentamos conquistar la vida por nosotros mismos, cuando de hecho tenemos a un Salvador que ya ha experimentado todos los dolores, lamentos, pecados y adversidades para que nosotros no tengamos que estar por “cuenta propia”? ¡No tenemos que hacerlo todo solos! Soy una miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (en ocasiones inadvertidamente llamada la “Iglesia mormona”), y doy testimonio de que Jesucristo puede sanarnos en cualquier manera posible, hasta que seamos hechos plenos; si le pedimos Su ayuda.

Pedir ayuda a Dios y acercarnos a Él

En un libro titulado, Experiencing Christ: Your Personal Journey to the Savior (Experimentando a Cristo: Su viaje personal hacia el Salvador) escrito por Randall J. Brown, y publicado en 2009 por Cedar Fort Inc., él comparte algunos pensamientos sobre nuestra necesidad de confiar en Jesucristo durante nuestras pruebas, momentos de lamento y durante nuestros momentos de pecado:

Lamentablemente, muchos de nosotros, siendo seres mortales, no sentimos nuestra necesidad desesperada por el Gran Sanador hasta que hemos comprobado la extensión de nuestras heridas. El Élder Neal A. Maxwell dijo,

Tratar de comprender las pruebas y el propósito de esta vida sin haber comprendido el maravillosamente amplio plan de salvación, es como intentar comprender una obra de tres actos viendo sólo el segundo acto. Afortunadamente, nuestro conocimiento del Salvador, Jesucristo, y Su Expiación nos ayuda a perseverar en nuestras pruebas y ver el propósito del sufrimiento y a confiar en Dios sobre lo que no podemos comprender. Las verdades reveladas nos aseguran que estamos involucrados en una empatía divina. Como Enoc testificó, adoramos a un Dios que lloró por la miseria y maldad humana innecesarias (ver Moisés 7:28-29, 33, 37). La empatía perfecta de Jesús fue asegurada cuando, junto con Su Expiación por nuestros pecados, tomó sobre Sí nuestras enfermedades, lamentos, dolores y debilidades y llegó a conocerlos de acuerdo a la carne (Alma 7:11). Él hizo esto con el fin de socorrernos en nuestros males. Él, por lo tanto, comprende por completo el sufrimiento humano. Cristo en verdad “ascendió a lo alto, como también descendió debajo de todo, por lo que comprendió todas las cosas” (D.y C. 88:6) (“Perseverad hasta el Fin”, Liahona, abril 1997).

El único propósito para que haya adversidades y aflicciones en la mortalidad es para permitirnos reconocer humildemente nuestra necesidad del Salvador Jesucristo. Esto incluye las aflicciones por nuestros pecados. Cada uno de nosotros sabe por experiencia que el pecado aflige nuestras almas de formas insoportables. Nuestras aflicciones son designadas para volvernos a Cristo como nuestro único camino de regreso a nuestro Padre. Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

El Apóstol Pablo enseñó a los romanos, “nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Romanos 5:3-4). Al igual que Pablo, también podemos gloriarnos en las tribulaciones, porque nos refinan y modelan para la naturaleza divina. Si comprendemos los propósitos de nuestras tribulaciones, podemos permitirles enseñarnos a tener paciencia. Nuestra paciencia, entonces, hace posible que obtengamos experiencia, y es únicamente por medio de la experiencia que podemos llegar a conocer a Cristo.

Pablo continuó enseñando que “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6). Si nos volvemos a Cristo para sostenernos a través de la experiencia de nuestras tribulaciones, también lo experimentamos a Él. Nuestro hombre natural será crucificado con Cristo, mientras nos volvemos “vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:11).

¿Cómo elegimos ser refinados en lugar de ser definidos por las dificultades?

He visto momentos en mi propia vida en que he dejado que los tiempos difíciles que experimento definieran quién soy; también he visto momentos en que la adversidad me ha ayudado a ser lo suficientemente humilde para pedirle ayuda a Dios; confiando en la Expiación de Jesucristo, y en esto acercarme más a Él. La decisión es nuestra. Cuanto más escojamos confiar en Jesucristo para ayudarnos durante los momentos de dificultades (ya sean tiempos difíciles, tentaciones o pecados), más impurezas eliminará Cristo de nuestra alma (refinamiento). La vida es difícil cuando la enfrentamos solos, pero cuando le pedimos ayuda a Dios, cada experiencia que atravesamos puede convertirse en un buen momento con el tiempo.

Los invito a aprender más acerca de cómo Jesucristo puede realzar sus vidas, aún más, reuniéndose con misioneros mormones. Testifico que son representantes de Jesucristo y pueden ayudarlos a acercase más a Él en todos los aspectos de sus vidas.

Recursos Adicionales:

Reúnase con misioneros mormones

Jesucristo en el mormonismo

Este artículo fue escrito por:

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Ashley Bell, de 22 es una esposa, madre, graduada de la BYU y miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. A Ashley le gusta correr, cocinar, la jardinería, leer y más que nada pasar tiempo con su familia y amigos.

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