Alguna vez han escuchado la expresión común de que la vida no es justa? ¿Y alguna vez han tenido un día en el que sintieron que podrían ser el portavoz de esa frase? He tenido muchos de esos días. Afortunadamente, cuando estos días llegan, me dan la oportunidad de pensar en mi relación con Dios. Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (a menudo referida como la “Iglesia mormona”), uno de los pilares de mi fe es la creencia de que este tipo de días tienen la capacidad de llevarnos más cerca a Jesucristo.

madre-soltera-mormonaEn un libro titulado, “Experiencing Christ: Your Personal Journy to the Savior”, escrito por Randall J. Brown, y publicado en 2009 por Cedar Fort, Inc., Brown discute cómo este tipo de experiencias nos permiten acercarnos al Salvador:

El evangelio de Jesucristo no es más que un camino en línea recta a la perfección. Todos tropezamos con frecuencia a lo largo del camino y experimentamos penurias y heridas dolorosas. El crecimiento espiritual es un proceso de flujo y reflujo y experimentamos numerosos picos y valles a lo largo de la jornada. Si comparamos nuestro viaje espiritual con escalar una montaña, habrá momentos en que nuestro camino puede descender temporalmente hasta que el trazado de la montaña nos permita ascender una vez más a una meseta más alta (2-3).

Todos vamos a tener pruebas monumentales que definan los propósitos de nuestras vidas. Estas experiencias nos dan la oportunidad de apartarnos del mundo para escapar o acudir a Cristo para que Él pueda moldearnos hasta alcanzar nuestra naturaleza divina. El Señor, con su infinito poder, podría haber mantenido a Daniel fuera del foso de los leones y a José fuera de la cárcel, y Él podría haber salvado a Abinadí [un profeta del Libro de Mormón que fue quemado hasta la muerte por llamar al pueblo al arrepentimiento] de las llamas que le quitaron la vida. Pero no lo hizo.

Aquellos que son altamente favorecidos por el Señor parecen todos experimentar un camino similar que se expande a través de la ” escuela de las aflicciones en el desierto”. En esta escuela del desierto, aprendemos por nuestra propia experiencia que si ponemos nuestra confianza en el Señor, nuestras aflicciones se convertirán en nuestros grandes peldaños. Llegamos a saber que el Señor, en Su marco de tiempo, nos librará de todas las aflicciones.

Me parece fascinante cómo Brown resalta que los ‘altamente’ favorecidos del Señor Jesucristo son los que han sido bendecidos con aflicciones, porque a menudo parece que debería ser todo lo contrario. Si están tratando activamente de obedecer a Dios y vivir una vida digna, entonces es lógico que las pruebas deban disminuir, no aumentar. Y es absolutamente cierto que seguir el Evangelio de Jesucristo nos ayuda a evitar muchas dificultades que se producirían si hubiéramos sido desobedientes. Pero nunca está garantizada la inmunidad. En lugar de ello, la religión de los Santos de los Últimos Días cree las enseñanzas de Cristo de que los seguidores serán enaltecidos y consolados en sus pruebas, serán mejores gracias a ellas. Al final, más vale tener la influencia pacífica, calmante del Espíritu Santo durante las pruebas que ir a través de ellas por cuenta propia.

Por supuesto, a veces un mal día o un tiempo de inestabilidad puede durar más de un día, a veces años. Mi esposo y yo sufrimos por la angustia de la infertilidad. Recuerdo haber pensado que el Señor me había olvidado. Y por un momento, me sentí muy resentida con Dios y las madres en general. A veces la espera era sólo una agonía, y que toda mi obediencia y buenas elecciones habían sido en vano. Fue una época egoísta en mi vida. Y fue un momento en que muchas de mis suposiciones incorrectas sobre el Evangelio de Jesucristo me venían a la cabeza y fueron una por una corregidas.

Finalmente, después de muchos años de fracaso, llegué a una muy necesaria, y pacífica reconciliación con Dios. Llegó a ser completamente intrascendente si iba o no a tener hijos. Llegué a la conclusión de que si Dios no quería que yo fuera madre, entonces no había otra cosa que Él querría que yo haga. Yo era todavía una persona buena y fiel, y habría seguido adelante para ser lo que Él más necesitaba. La vida no había terminado porque mis planes iniciales no fueran el plan de Dios para mí. Brown señala:

Cuando cuestionamos el tiempo del Señor, por lo general es porque creemos que los eventos ocurren demasiado temprano o demasiado tarde. El élder Neal A. Maxwell [apóstol Mormón] advirtió: “Cuando somos excesivamente impacientes con el tiempo de un Dios omnisciente, en realidad estamos sugiriendo que nosotros sabemos lo que es mejor… nosotros, que llevamos relojes de pulsera queremos aconsejarle a Él que maneja los relojes cósmicos y los calendarios”. El élder Maxwell también dijo: “Estamos sugiriendo que nos gusta nuestro cronograma más que el de Dios”.

preocupación-detalles-insignificantes mormonMirando hacia atrás, sé que Dios pudo habernos bendecido con un bebé en el momento que empezamos a orar. Él podría haber arreglado todos los problemas de salud de mi cuerpo. También podría haber respondido a todas mis preguntas nocturnas de injusticia y desequilibrio en el mundo cuando se trata de familias con bebés. Pero no lo hizo. Las dificultades y los inconvenientes se produjeron para que pudiera convertirme en la persona que Él quería que yo fuera, la que se basaba en mayor medida en Su voluntad.

Si ustedes están pasando a través de días duros, injustos, espero que se vuelvan al Señor Jesucristo, y encuentren paciencia y fuerza. En el Libro de Mormón, el profeta Alma dijo a su hijo: “sé que quienes pongan su confianza en Dios serán sostenidos en sus tribulaciones, y sus dificultades y aflicciones, y serán enaltecidos en el postrer día” (Alma 36:3). Espero que sus experiencias también los lleven a tal efecto esperanzador.

* Este artículo fue adaptado de Experiencing Christ: Your Personal Journey to the Savior, de Randall J. Brown, 2009, Horizon Books.

Este artículo fue escrito por Rachael McKinnon

Rachael Carver McKinnon es licenciada en Humanidades y tiene un MBA de la Universidad Brigham Young. Actualmente vive en Draper, Utah con su esposo, Greg. Cuando ella no está cuidando a uno de sus cuatro hijos, le encanta hacer ciclismo de carretera y natación.

Recursos Adicionales:

El propósito de la vida

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