A veces sólo quiero que mi vida parezca como que tengo todo bajo control. No necesariamente tengo que tener realmente todo bajo control, sólo la apariencia externa de que soy organizada, autosuficiente y siempre calmada. Y últimamente, me he dado cuenta de que esto es una receta para el desastre.
Soy miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (algunas veces erróneamente denominada la Iglesia Mormona). Como mormones, creemos que debemos seguir a nuestro Salvador Jesucristo en Sus enseñanzas y principios a medida que nos esforzamos por llegar a ser más como Él. La inmaculada expiación de Jesucristo proporciona los recursos necesarios (la gracia) para ayudarnos a ser limpios, mejorar nuestras vidas y volver a Él.
Y de vez en cuando es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
En un libro titulado, Experiencing Christ: Your Personal Journey to the Savior (Experimentar a Cristo: Su travesía personal hacia el Salvador), escrito por Randall J. Brown, y publicado en 2009 por Cedar Fort, Inc, Brown habla de nuestras propias barreras que nos impiden ser más como el Salvador:
El evangelio del perfeccionismo tiene su origen en el esfuerzo propio y no puede producir la alegría, la paz y la esperanza que buscamos. En lugar de ello nuestras vidas pueden estar llenas de vacío, desaliento y vergüenza. Si éste es el evangelio que experimentamos, estamos dejando de lado el evangelio de las buenas nuevas. Este no es el evangelio descrito por el Salvador cuando dijo: “mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:30). El evangelio del perfeccionismo es siempre un yugo pesado de soportar porque no importa cuánto esfuerzo le pongamos, nunca será suficiente.
… El perfeccionismo, el conductismo y la autosuficiencia son el resultado de la confianza en el brazo de la carne. Nos conducen lejos de la gracia del Salvador, crean sentimientos de insuficiencia espiritual y profundizan nuestro sentido de la vergüenza. Ellos nos llevan a abrazar la falsa creencia de que sólo nosotros somos responsables de nuestra perfección espiritual. La perfección es un fenómeno que nos empuja a niveles casi inhumanos de esfuerzo mientras nos impide someternos a Cristo, para que el poder de Su espíritu pueda obrar en nosotros (21)
El año pasado, tuve problemas para adaptarme a nuestra creciente familia de 4 hijos pequeños. Un viernes por la mañana me encontraba de pie en medio de mi cocina, con mi paño de cocina en la mano, mirando hacia mis hijos. Mi marido había llevado a nuestro bebé de 1 año al hospital esa mañana para cirugía por una lesión en el cuello. Mi hijo mayor tenía una largamente esperada e no cancelable cita con el ortodontista en una hora y mi hija de 4 años de edad, acababa de despertar muy enferma. No podía dejarla con su hermano de 6 años, y yo no podía llevarlos a todos conmigo. En medio de las demandas diarias físicas y emocionales, yo albergaba un insalubre sentido de orgullo y propiedad de mis habilidades como madre de manejar todo sin necesidad de la ayuda de los demás, incluso a veces, del Señor.
Fue la primera vez que me acordé de hablar con Dios y confesar que no podía hacerlo todo. No podía manejar todas las exigencias necesarias que se estaban poniendo sobre mí y aún tener éxito para mis hijos. Su respuesta firme vino a mí como ideas de vecinos a las que podríamos llamar inundando mi mente. Me sentía tranquila, pero también sentía Su reprensión amorosa que debería haber sido más consciente de Su ayuda mucho antes de ese momento.
La lección me hizo sentir tan humilde. Y verdaderamente me sentí más feliz al final del día restableciendo mi confianza en el Señor. Está bien ir a Él con nuestros problemas, por muy pequeños que sean. Está bien confiar en Él y confesar nuestras propias insuficiencias. Jesucristo no es un oyente ocasional, sino hombro constante en el cual apoyarse. ¡Y la mejor parte es que se espera que lo utilicemos!
Brown continúa diciendo:
Cuando vengamos a Cristo, nos serán dadas clases privadas por medio de nuestro propio conjunto único de experiencias, pruebas y aflicciones. Estas luchas pueden convertirse en los catalizadores que nos conviertan a Cristo y nos permitan experimentarlo de una manera que de otro modo no sería posible (20).
Si alguna vez tienen uno de esos días en que el equilibrio de la vida real no está inclinando a su favor, espero que busquen el consuelo y la ayuda de la gracia de Jesucristo. Es real. Hace que mi hogar sea un lugar más feliz para estar.
* Este artículo fue adaptado de Experiencing Christ: Your Personal Journey to the Savior, de Randall J. Brown, 2009, Horizon Books.
Este artículo fue escrito por Rachael McKinnon, miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Rachael Carver McKinnon es licenciada en Humanidades y tiene una maestría de la Universidad Brigham Young. Actualmente vive en Draper, Utah, con su esposo, Greg. Cuando ella no está ocupada con uno de sus cuatro hijos, le encanta hacer ciclismo de carretera y natación.
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