Cristo organizó Su Iglesia en la tierra de tal modo que edificó a sus miembros y suplió sus necesidades. Algunas personas  notan las imperfecciones de las iglesias modernas y luego ellos deciden que quieren pertenecer a  una “religión organizada”. Sin embargo, ellos realmente quieren encontrar la mejor religión organizada sobre la tierra, una que esté organizada en tiempos modernos de la misma manera que Cristo organizó Su iglesia.

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Hay un buen fundamento de la verdadera iglesia de Cristo, la iglesia debe ser fundada por Cristo mismo. Entonces como Cristo no puede personalmente permanecer sobre la tierra, la verdadera iglesia debe de ser guiada por Su dirección por medio de revelaciones hacia sus líderes. La cabeza de los apóstoles en la antigua iglesia fue Pedro. El tuvo dos consejeros, Santiago y Juan. Ellos constituyeron la “Primera Presidencia” de la iglesia.

Todos los antiguos apóstoles fueron profetas. Ellos recibieron inspiraciones, revelaciones y visiones directamente del cielo, que les ayudaban para enseñar la doctrina verdadera y resolver los problemas entre los miembros. Cuando los profetas y apóstoles reciben revelaciones, frecuentemente ellos son ordenados para escribir lo que el Señor les enseñó para el beneficio de los miembros. Las escrituras de los profetas pueden ser canonizadas por la iglesia, y luego convertirse en escrituras. Pero eso sí, las escrituras canonizadas son abiertas, porque los profetas son los que escriben allí. La escritura cerrada es una señal que la escritura fue terminada, y el hombre fue dejado sin dirección para sus preocupaciones modernas.

Segundo, Cristo confirió a los nuevos apóstoles la autoridad para actuar en Su nombre. Solo una iglesia en la tierra a la vez tendrá esta autoridad, y esa es la Iglesia de Jesucristo. Tal iglesia manifestará todos los dones del espíritu que sirva la posesión de esta autoridad. Donde todos los dones del espíritu se ponen de manifiesto, los milagros son comunes:

“Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquier cosa que me sea conveniente.   Y él ha dicho: Arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y venid a mí, y sed bautizados en mi nombre, y tened fe en mí, para que seáis salvos.

“Y ahora bien, amados hermanos míos, si resulta que estas cosas de que os hablo son verdaderas, y en el postrer día Dios os mostrará con poder y gran gloria que son verdaderas, y si son verdaderas, ¿ha cesado el día de los milagros?  ¿O han cesado los ángeles de aparecer a los hijos de los hombres? ¿O les ha retenido él el poder del Espíritu Santo? ¿O lo hará, mientras dure el tiempo, o exista la tierra, o haya sobre la faz de ella un hombre a quien salvar?

 

“He aquí, os digo que no; porque es por la fe que se obran milagros; y es por la fe que aparecen ángeles y ejercen su ministerio a favor de los hombres; por tanto, si han cesado estas cosas, ¡ay de los hijos de los hombres, porque es a causa de la incredulidad, y todo es inútil!” (Moroni 7:33 – 37).

Cuando esta autoridad está presente, los convenios pueden ser atados en el cielo como lo son sobre la tierra. El poder y empoderamiento están disponibles para los miembros, no solo el poder de la Gracia de Dios a la salvación, sino el poder minuto a minuto para ayudar a los miembros a medida que ellos caminen en la vida. El evangelio tiene el propósito de sanar, dar paz y entendimiento.

En la primera iglesia de Cristo tuvieron un clero laico. Los apóstoles no fueron a una escuela en una escuela de divinidad. Con la excepción de Pablo, ellos tampoco fueron capacitados en la ley judía. Ellos fueron de todas las condiciones sociales y dirigieron la Iglesia por revelación directa de Dios.

La primera iglesia tuvo una estructura de arriba abajo que  posibilitó la comunicación y guía que se transmitió a las personas. Los apóstoles llamaron a 70 élderes  justo como Cristo había hecho (Lucas 10) para ayudarlos a administrar a miembros laicos. Los setenta llamaron a otros para administrar lugares más pequeños, y los miembros solo se servían unos a otros. La Biblia dice “no había pobres entre ellos”, por lo tanto realmente se  ayudaban entre ellos. La caridad es una fuerte característica de la verdadera iglesia:

“Y el Señor llamó SIÓN a su pueblo, porque eran uno en corazón y voluntad, y vivían en rectitud; y no había pobres entre ellos” (Moisés 7:18).

“Y tenían en común todas las cosas; por tanto, no había ricos ni pobres, esclavos ni libres, sino que todos fueron hechos libres, y participantes del don celestial” (4 Nefi 1:3).

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la hermandad, y en el partimiento del pan y en las oraciones. Y a toda persona le sobrevino temor, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Y todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas; y vendían sus posesiones y sus bienes, y lo repartían a todos, según la necesidad de cada uno” (Hechos 2:42-45).

El tener a un clero laico ayuda a prevenir la “superchería sacerdotal”, en la que una persona declarando tener iluminación o autoridad predica para obtener ganancias. En la mayoría de las iglesias modernas, el pastor, el sacerdote, o el evangelista es pagado. Su carisma o talento en dar sermones puede causar que su congregación crezca, haciéndole ganar más dinero. Con la invención de la televisión, se puede llegar a las personas en lugares vastos y lejanos, y también pueden pagar al evangelista, algunas veces muy bien. Esta no fue la manera en que los apóstoles  y setentas originales trabajaron.

“Y después de estas cosas, el Señor designó a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar a donde él había de ir. Y les dijo: La mies a la verdad es mucha, pero los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Id, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja ni calzado; y a nadie saludéis por el camino” (Lucas 10:1-4).

Cielo y Tierra

Tan extraño como pueda parecer hoy en día, el Señor siempre ha estado deseoso de establecer una conexión vibrante entre la iglesia celestial y terrenal. Cuando las personas son justas, los ángeles, y el Señor son capaces de caminar entre ellas, como el Señor lo hizo con Adán y Eva en el jardín del Edén, y como Elías y Moisés lo hicieron con los apóstoles en el Monte de la Transfiguración. Nosotros no deberíamos asombrarnos, entonces, de que José Smith recibiera  poder, autoridad e instrucciones de mensajeros celestiales, quienes tuvieron las llaves a diferentes dispensaciones y sacerdocios. José Smith recibió el sacerdocio Aarónico de Juan el bautista, y el sacerdocio mayor de Melquisedec de los resucitados Pedro, Santiago y Juan. El recibió el Libro de Mormón grabado en planchas de metal de Moroni resucitado, el último profeta que las tuvo. Él recibió el poder sellador de Elías, y las llaves para la congregación de Israel de Moisés. Este es todo en orden perfecto,  el orden de la iglesia celestial y terrenal.

No es por accidente que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días esté organizada exactamente como la iglesia original de Cristo, con apóstoles, setentas, etc. Tiene la autoridad investida por Cristo mismo. El Salvador dirige la Iglesia mediante constantes revelaciones a los profetas y apóstoles.  Tiene un clero laico, un sacerdocio vibrante, el poder para realizar milagros diarios en las vidas de sus miembros. Es la iglesia de Cristo sobre la tierra

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