por Nora Moore Hess

Los hombres del Coro del Tabernáculo Mormón han realizado una grabación verdaderamente excepcional del siguiente himno mormón. La escuché ayer en su presentación, y luego la escuché en iTunes una y otra vez:

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Brillan Rayos de Clemencia

Brillan rayos de clemencia

Del gran faro del Señor,

Y sus atalayas somos

alumbrando con amor

Reflejemos los destellos

Por las olas de la mar

Al errante marinero

Ayudemos a salvar

(“Brillan Rayos de Clemencia”, Himnos de Sión # 208)

Alguien a quien quiero mucho está de nuevo en prisión. Se mete en problemas, normalmente pequeñas cosas, y luego sólo espera a que desaparezcan. Siempre parece genuinamente sorprendido cuando esto no sucede. Cuando me enteré que había sido arrestado nuevamente, sentí mi usual combinación de tristeza y consuelo. La prisión no siempre es un lugar tan malo. Tiene un lugar para dormir y tres comidas al día, y no tiene muy fácil acceso a las sustancias adictivas que en ocasiones amenazaron con acabarlo. Si él desea, en la prisión puede obtener su GED, conseguir un trabajo que pueda durar hasta que sea liberado, o dejar de fumar. Incluso podría ir a la Iglesia cada semana, renovar y fortalecer su relación con Dios, la única relación que podría verlo a través de todo. Cuando lo visité la semana pasada, me contó sobre sus metas. Sonaba esperanzador. La verdadera prueba, por supuesto, vendrá en seis semanas desde ahora, cuando sea liberado para intentar una vez más encontrar su camino a casa.

Tenebrosa es la noche,

Rugen olas de furor,

Y con ansia todos buscan

Ese faro protector.

La noche del pecado

Mi ser querido ha tenido una vida difícil. Ha estado dentro y fuera del orfanato hasta que cumplió doce años, cuando llegó a nuestras vidas. Antes de cumplir dieciséis estaba nuevamente en problemas, huyendo en repetidas ocasiones. Antes de cumplir dieciocho empezó a tomar, finalmente dejando la casa para su bien. Como el hijo pródigo, dejó atrás las manos que lo alcanzaron para ayudarlo, volviendo su espalda a una vida de bendiciones y disciplina, y “desperdició sus bienes viviendo perdidamente” (ver Lucas 15:13). Nunca se graduó de la secundaria; era echado de los trabajos. Trató mal y luego perdió a la mujer con la que esperaba casarse. Después de dos ingresos a la prisión, entró a un programa de tratamiento para la adicción, y las cosas fueron mejores por un tiempo. Pero perdió su trabajo y dejó su hogar con su madre biológica por una “aventura” hacia las drogas y la indigencia. Ahora está en prisión otra vez.

Aunque llegó tarde a nuestras vidas, y no se presentaba por meses en un tiempo, lo quiero tanto que me quita el aliento. Puedo ver su esperanza y potencial en sus ojos, y lo oigo en su voz, cada vez que estoy alrededor de él. Fue bautizado como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (en ocasiones inadvertidamente referida como la “Iglesia Mormona” por los medios de comunicación) hace unos años, prometiendo tomar sobre sí el nombre de su Salvador, Jesucristo, y de seguirlo y guardar Sus mandamientos. Y luego esperó, como siempre, que su vida cambiara por sí sola. Pero sus problemas simplemente no desaparecieron. Él quería una vida mejor, pero no daba los pasos necesarios para hacer que pasara. Podía ver la luz, pero no había aprendido a clamar por el poder de Dios para ayudarlo en su lucha por alcanzarla.

La misericordia de nuestro Padre: La Expiación de Jesucristo

Mi ser querido necesita el poder de la expiación de nuestro Salvador, Jesucristo, en su vida. Necesita el poder de Cristo para arrepentirse de sus pecados, y abandonarlos. Cristo está llegando a él, mostrándole las decisiones que necesita tomar. En Cristo está el poder para cambiar. Dios lo ama con un amor perfecto e infinito. Él puede proporcionarle de todas las oportunidades que necesita, y darle la fortaleza que necesita para levantarse en la mañana, ir a trabajar, ser amable, orar, y resistir la tentación. Pero al igual que el hijo pródigo, él primero debe “[volver] en sí”. Hay “abundancia de pan” en la casa de su Padre, y ahora mismo, con su libertad quitada, puede verlo (ver Lucas 15:17). La prisión es un buen lugar para volver en sí. Y cuando lo haga, espero que ponga sus ojos en regresar a casa. Las manos que lo alcanzaron antes, las “linternas” siguen allí. La misericordia y el perdón están esperando por él, tanto en la tierra como en el cielo.

Ajustemos las linternas;

Los perdidos las verán.

Un asilo de las olas

Nuestras luces mostrarán.

Reflejemos los destellos

Por las olas de la mar

Al errante marinero

Ayudemos a salvar

Las linternas

Hay un lago en el valle donde vivo. Desde el porche delantero, puedo ver la luna y las estrellas sobre él, brillando por todo el valle en la noche. Pero también puedo ver las “linternas” encendidas en las casas cruzando el lago. Sus luces se reflejan a lo largo del agua del lago, como un largo camino dorado a casa. Son fáciles de seguir, y llevan a lugares terrenales de paz y calidez que a su vez eventualmente nos ayudará a llegar a nuestro hogar celestial. Cuando el hijo pródigo regresó, su Padre estaba esperando por él. “Entonces, se levantó y fue a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello y le besó” (Lucas 15:20). Guió a su hijo el resto del camino a casa, sacrificó al becerro más gordo, y se regocijó por él. Cuando mi hijo salga de la prisión, espero que pueda ver las linternas que hemos puesto para él. Y espero que lo traigan a casa.

Nora Moore Hess es una escritora y músico que vive en Lindon, Utah. Ella es miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Mormona). Nora y su esposo, Bret, son los padres de siete hijos biológicos y tres hijos adoptados.

Recursos Adicionales:

Jesucristo es el Camino

Jesucristo, Nuestro Salvador

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