La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos miembros a veces son llamados mormones, enseña que después de la muerte del Salvador y de Sus apóstoles, la autoridad del sacerdocio para administrar la Iglesia de Dios fue retirada de la tierra.

mormon-firstvisionLa gente no estaba de acuerdo con el significado de las escrituras y con las enseñanzas de Jesús. Como resultado de lo anterior, comenzaron a aparecer en toda la tierra miles de iglesias cristianas que enseñaban doctrinas opuestas. Aunque se continuó enseñando el cristianismo y se difundió su doctrina básica, aquella de la divinidad del Salvador, cada iglesia tenía su propia versión de cristianismo. Muchas de las doctrinas eran fundamentales para la salvación, y así, al acercarse los últimos días antes de la segunda venida de Cristo, era importante que la verdad sea totalmente restaurada.

Fue en la preparación para este momento eternamente significativo que un jovencito de catorce años de edad llamado José Smith se interesó en la religión. La zona en que vivía estaba en medio de un fervor religioso. Acontecía en ese entonces un renacimiento religioso y muchas personas estaban decidiendo a qué iglesia unirse. La familia de José participó en este movimiento, y José también quería elegir una iglesia. Sin embargo, sus visitas a diversas iglesias y el renacimiento lo dejaban confundido. Nadie podía explicarle cómo saber cuál de las enseñanzas opuestas que había escuchado en las diversas iglesias estaba en lo cierto. Él sabía que no podían ser verdaderas. Dios no es Dios de confusión. Si una enseñanza doctrinal era esencial para la salvación, sólo podía haber una respuesta.
Empezó a leer la Biblia, buscando sus propias respuestas. Allí, encontró Santiago 1:5, un libro que al parecer ha sido escrito por el hermano de Jesucristo. José leyó lo siguiente:

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada (Santiago 1:5).

Mientras José pensaba en este verso, se dio cuenta de que era la mejor solución a su problema. Los hombres le proporcionaban información contradictoria, pero Dios sabía lo que era cierto. Confió en este consejo y partió hacia el bosque a rezar, la primera vez que iba a rezar en voz alta. Su oración fue respondida, tal como lo había prometido el Señor, pero de una manera que no pudo haber sido prevista. Esta oración fue el momento elegido por Dios para dar el primer paso hacia la restauración. Al igual que muchos otros profetas bíblicos, este joven tuvo una poderosa experiencia espiritual a fin de prepararse para los eventos venideros. Dios y Jesucristo se aparecieron ante José. Dios presentó al Salvador, quien entonces le dio instrucciones de no unirse a ninguna de las iglesias, porque el evangelio completo aún no estaba en la tierra.

Algunos años antes del inicio de la restauración, José Smith creció y maduró. Después, José recibió la tutela de un ángel llamado Moroni, quien le enseñó los primeros principios importantes del evangelio y también le ayudó a desarrollar la madurez para hacer frente a los desafíos del futuro.

El Evangelio restaurado es el evangelio de Jesucristo, tal como lo enseñó cuando Él vivía en la tierra. Él es la cabeza de la iglesia restaurada y la guía cada día. Los mormones tienen un profeta que dirige la Iglesia en la tierra, pero el profeta es guiado por el Salvador y no puede hacer nada por sí mismo. Él no puede inventar doctrinas o poner la verdad a votación. No se le permite “seguir el ritmo de los tiempos”, modificando la doctrina a fin de hacer que la iglesia sea más popular en la sociedad. Sólo el Salvador decide lo que es verdad y en consecuencia Él dirige el liderazgo de la iglesia.
Hay muchos artículos en la prensa que aconsejan a la Iglesia a realizar cambios en su doctrina con el objetivo de ser más aceptada en un mundo cambiante. Sin embargo, esto sugiere que tenemos que aconsejar a Dios, en lugar de tomar nuestro consejo de Dios.
Russell M. Nelson, un apóstol del Señor en los tiempos modernos, enseñó:

Otro principio inmutable es la ley divina o moral. La transgresión de la ley moral trae consigo un castigo; la obediencia a ella trae bendiciones “inalterables e inmutables” (D. y C. 104:2). Las bendiciones siempre se basan en la obediencia a la ley. 39 Así que la Iglesia nos enseña a aceptar lo correcto y a renunciar al mal – para que podamos tener gozo. 40

El Salvador y Sus siervos 41 no hablan palabras de complacencia, sino enseñan lo que las personas necesitan saber. La historia da fe a través de los siglos que los críticos contemporáneos han presionado a los líderes de la Iglesia para modificar un decreto del Señor. 42 Pero esa ley es eterna, y no puede ser alterada. Ni siquiera por su Amado Hijo Dios puede cambiar la ley que exigía la Expiación. Las doctrinas divinas no pueden ser reducidas a moldes compactos para que vayan de acuerdo a los patrones de la moda actual. Ni tampoco pueden ser plenamente expresadas en una calcomanía (Russell M. Nelson, “La constancia en medio de Cambio”, Ensign, noviembre 1993, pág. 33).

Es reconfortante para aquellos que han encontrado la fuente de la verdad el saber que la verdad es inmutable. En un mundo donde todo cambia en momentos, algunas cosas nunca cambian. Siempre podemos depender de la verdad de Dios. Las prácticas pueden cambiar, pero los principios de la verdad, no.

El Salvador es la cabeza del Evangelio restaurado. Cualquier persona puede hacer lo que José Smith hizo y volverse a Dios para buscar consejo concerniente a qué iglesia unirse. Esta no es una oportunidad reservada a los profetas futuros, sino algo que cada persona puede hacer. Las personas que conocen a los misioneros mormones aprenden que antes del bautismo, deben preguntarle a Dios si esta es la iglesia verdadera, para que sepan por sí mismos, en lugar de basarse en el testimonio de los hombres. Aquellos que honestamente lo hacen son capaces de desarrollar un testimonio inquebrantable ya que recibieron su conocimiento personal de Dios y de Jesucristo.

Aunque la mayoría de personas no recibirá una visita personal de Dios, ya que no están preparados para restaurar el Evangelio, recibirá un conocimiento de la verdad en sus corazones. Cuando Jesucristo estuvo en la tierra, Él enseñó que la oración era una parte esencial de la vida espiritual. Es igualmente indispensable hoy en día, y dado que Dios nos ha prometido sabiduría si le pedimos, según lo registrado por Santiago en el Nuevo Testamento, Él nos dará la respuesta en una forma que podamos reconocer como Suya, pero debemos tener paciencia y llegar a Él con plena fe.

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