Los mormones describen cuatro pasos para llegar a ser miembros del reino de Dios, y ellos se refieren a estos como los primeros principios y ordenanzas del evangelio. Ellos forman los cimientos de una relación de un mormón con Dios y Jesucristo, y fijan las bases para su calidad de miembro en la iglesia.

joseph-smith-mormonEstos principios son descritos en un documento llamado, “Los Artículos de Fe”. Los artículos de fe son trece creencias centrales de la iglesia. El primero establece, “Creemos en Dios, el Eterno Padre, y en Su Hijo, Jesucristo, y en el Espíritu Santo.” Esto es importante para comprender los cuatro principios, y es seguido por declaraciones de responsabilidad personal por las acciones y sobre la Expiación de Cristo.

Los primeros principios se listan como el cuarto Artículo de Fe. Éste declara: “Creemos que los primeros principios y ordenanzas del Evangelio son: Primero, Fe en el Señor Jesucristo, segundo, Arrepentimiento; tercero, Bautismo por inmersión para la remisión de pecados; cuarto, Imposición de manos para conferir el don del Espíritu Santo.” Estos principios están organizados en el orden en que deben recibirse. Cada uno se edifica en los otros.

El primer principio de fe. Fe es creer en algo que no se puede ver y de lo que no se tiene prueba física. Alma, un profeta de la antigüedad del Libro de Mormón, dio el clásico sermón de fe. En él, él explicó: “Pues como dije acerca de la fe, que no era un conocimiento perfecto, así es con mis palabras. No podéis, al principio, saber a la perfección acerca de su veracidad, así como tampoco la fe es un conocimiento perfecto. Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, sí, hasta creer de tal modo que deis cabida a una porción de mis palabras. (Alma 32:26-27)

De Alma, aprendemos que aún el más débil rayo de luz de fe, aún un deseo de creer, es suficiente para comenzar, y que podemos utilizar esa esperanza o rayito de luz para empezar el proceso de desarrollar una relación personal con Dios y con el Salvador.

El Segundo principio del evangelio es el arrepentimiento. Una vez que tenemos fe y un fuerte amor por Dios, empezamos a sentir pesar por todas las cosas que hicimos mal antes de que obtuviéramos nuestra fe. Este pesar proporciona un lugar de inicio para el arrepentimiento. El proceso de arrepentimiento involucra un pesar verdadero por el pecado, no solamente por las consecuencias del pecado. En seguida, la persona debe hacer una restitución por sus pecados, disculpándose con todos aquellos a los que resultaron heridos y tratar de hacer las cosas bien tanto como fuera posible. El siguiente paso es dirigirse a Dios, pidiendo Su perdón. Finalmente la persona debe abandonar el pecado, nunca volver a cometerlo. Si el pecado se repite, el proceso se inicia de nuevo hasta que finalmente se haya ganado dominio sobre ese aspecto de su vida.

Después de que ha ganado fe y pasado por el proceso de arrepentimiento, él puede empezar a evaluar su vida confrontándolos con los principios del evangelio. Una vez que ha logrado un nivel de testimonio y obediencia, y se ha arrepentido totalmente, puede ser bautizado. Este es el tercer paso de los cuatro principios críticos y ordenanzas. El bautismo mormón sigue el ejemplo del propio bautismo del Salvador, el que se realiza por inmersión total. Esta inmersión representa la muerte y resurrección del Salvador, así como también una limpieza del alma. El bautismo debe ser realizado por una persona que tiene la autoridad para hacerlo, así como Jesús fue a Juan el Bautista, que estaba autorizado para bautizar.

Durante el bautismo, la persona hace convenios con Dios. Un convenio es una promesa de ambas partes, el hombre y Dios, siendo Dios el que impone las condiciones. Él se compromete a tomar el nombre del Salvador y guardar los mandamientos de Dios. Los mormones no bautizan a nadie antes de los ocho años de edad, puesto que se debe tener la edad suficiente como para responsabilizarse de sus pecados y de comprender qué se está comprometiendo a cumplir.

El cuarto paso en este proceso es recibir el don del Espíritu Santo. Todas las personas tienen el Espíritu de Cristo para que los guíe y puedan recibir ministración del Espíritu Santo. Sin embargo, una vez que la persona ha recibido formalmente el Don del Espíritu Santo, lo puede tener consigo todo el tiempo, mientras viva en dignidad para tenerlo. Este don la ayuda a discernir la verdad de la falsedad, lo correcto de lo incorrecto, seguridad del peligro. Este don se administra por un poseedor digno del sacerdocio con autoridad para conferirlo. Al mismo tiempo, se confiere la calidad de miembro en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (llamados con frecuencia los mormones).

Otras ordenanzas ocurrirán en la vida de los miembros, y por supuesto, existen muchos otros principios por los que los mormones rigen sus vidas, pero estos conforman el fundamento de todo los otros.

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