Sufrí con una adicción por más de veinte años. Después de un interminable ciclo de arrepentimiento y medidas a medias, oí de un programa de 12 pasos con un enfoque centrado en Cristo, llamado “Corazón a Corazón”. Conforme empecé a avanzar con la lectura, me sentía atónito con el cuadro tan diferente que se estaba pintando.
Aquí estaba el Cristo que nunca pensé ni en sueños que podría ser real. Un Cristo que no estaba enojado y ni siquiera disgustado por mi manera de actuar. Un Cristo que me conocía desde la preexistencia. Un cristo que conoce mi potencial presente y futuro. Un Cristo que solamente necesita mi voluntad para realizar un milagro en mi vida.
Una de las herramientas de Corazón-a-Corazón es la Escritura. En particular, existe un proceso conocido como “Asesorándote con el Señor por medio de la Escritura”. Lo encontré interesante. ¡Nunca había oído de un concepto así antes! Conforme avanza, es completamente ceñido a las escrituras en su origen. Tiene que ver con la vida eterna. Porque la vida eterna depende del conocimiento de Dios. Y esta práctica de “asesorarse” con Él por escrito es como yo he llegado a conocerlo como persona y probar de Su amor.
El proceso es éste: Llevas un diario. En ese diario escribes “como si” estuvieras hablándole al Salvador en persona. Le escribes sobre cualquier cosa que sientas necesaria. Luego, escribes lo que sientas de Él a modo de respuesta. Tal vez esto suena extraño, pero funciona y sé que podemos crecer en este don. Se nos promete que las palabras de Cristo vendrán a nosotros mediante la influencia del Espíritu Santo. Los mormones creen en el poder de este don, que se les concede a los que son bautizados en la Iglesia de Jesucristo (Los mormones) si se mantienen dignos del mismo o recuperan la dignidad mediante el proceso del arrepentimiento. El Espíritu del Espíritu Santo más bien se siente en lugar de oírlo como palabras realmente audibles. Pero si realizamos un salto de fe y hacemos el intento, muy pronto descubrimos que Su Voz es real.
¡Esta simple práctica ha producido cambios importantes en mi vida! ¡Puedo decir que he llegado a conocer al Señor!