Dos atributos a emular
Por Reinaldo Mendoza
Toda la humanidad reconoce la importancia del saber y desde tiempos antiguos el hombre se ha esmerado por obtener mayor conocimiento en las diversas ciencias y artes. El acercarse a lo desconocido siempre ha sido atractivo para el curioso hombre y el obtener mayor luz y verdad ha sido siempre una necesidad humana.
Como fruto de esta búsqueda de instrucción, son muchos los nombres de aquellos que han logrado alcanzar elevados niveles de conocimientos y han sido catalogados por la historia como hombres sabios. Sin embargo, el mundo cristiano y aún aquellos que no lo son, reconocen la poderosa fuente de conocimiento y sabiduría que representó y sigue representando Jesús de Nazareth para la humanidad.
En este sentido, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, llamados por muchos como los mormones, reconocen también que en Jesucristo, Su sabiduría es referente inevitable y vigente; Él es el ejemplo a seguir para lograr obtener toda verdad del conocimiento.
En las Escrituras se relata cómo Jesús, con a penas 12 años de edad, y durante un viaje a Jerusalén, logró reunirse con los maestros de la Ley en las áreas del Santo Templo y éstos fueron maravillados con su sabiduría y sus argumentos explicativos respecto a las verdades eternas que Él poseía. Jesús fue un niño instruido por sus padres terrenales y siendo fuerte en el Espíritu se encontró colmado de mayor luz y verdad.
En la Guía para el Estudio de las Escrituras (una ayuda preparada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para facilitar la comprensión de términos y vocablos encontrados en las Santas Escrituras), se define la palabra conocimiento como “el entendimiento y comprensión, particularmente de la verdad, según la enseña o confirma el Espíritu” (El conocimiento puro ennoblecerá grandemente el alma, D. y C. 121:42).
Esta afirmación implica que una verdad en sí no es suficiente, se requiere que se haga efectivo el proceso que da paso al entendimiento y la comprensión de tal verdad, y en este proceso es donde debe intervenir el Poder guiador del Espíritu de Dios.
Para tratar de entender este atributo especial del Señor, se puede considerar a un Jesucristo siempre instruido, pero también siempre dejándose guiar por el Poder del Espíritu Santo, con lo que siempre obtuvo mayor luz y verdad (el Espíritu da conocimiento, Alma 18:35).
Ahora bien, este conocimiento lleva consigo, y en la presencia misma del Salvador Jesucristo, otro elemento destacado y a considerar, y no es otro que la sabiduría. En Guía para el Estudio de las Escrituras, la palabra sabiduría no es otro cosa que “la capacidad o el don de Dios de saber juzgar correctamente. La sabiduría se obtiene mediante la experiencia y el estudio y al seguir los consejos de Dios”.
Así pues, en la sabiduría intervienen las experiencias alcanzadas personalmente y aquellas proporcionadas por experiencias de terceros. Los conocimientos obtenidos por medio del estudios constante de las Escrituras Sagradas y la guía de Dios, por medio del Espíritu Santo, la Luz de Cristo y del liderazgo mismo de la Iglesia, permite acercarse a la sabiduría de Jesucristo.
El Profeta Brigham Young, manifestó: “Enseñen a los niños, incúlquenles el conocimiento en cuanto al mundo y a las cosas de Dios; ennoblezcan su mente para que puedan comprender no tan sólo el suelo en que caminan, sino también el aire que respiran, el agua que beben y todos los elementos que pertenecen a la tierra”.
Esto fue lo que evidentemente ocurrió con Jesucristo de niño, fue instruido en todas estas cosas y Su mente ennoblecida logró comprender todas las cosas. El profeta Brigham Young también dijo que “mientras los habitantes de la tierra dedican todas sus habilidades, tanto mentales como físicas, con objeto de obtener cosas efímeras, todo aquel que profese ser un Santo de los Últimos Días, que cuenta con el privilegio de recibir y entender los principios del sagrado Evangelio, tiene la obligación de estudiar y averiguar, y de poner en práctica en su vida esos principios que han sido diseñados para perdurar y que propician un continuo progreso en este mundo y en el venidero.
La religión de Jesucristo no sólo familiariza a la gente con las cosas de Dios y cultiva en ella la excelencia y la pureza morales, sino que también otorga todo aliento y estímulo posible para que aumente su conocimiento y su inteligencia, en toda rama de la mecánica, en las artes y en las ciencias, porque toda sabiduría, todas las artes y las ciencias del mundo son de Dios y han sido diseñadas para beneficio de Su pueblo”.
Esta invitación por parte del profeta a obtener el mayor conocimiento de todas las cosas se ha mantenido a través de los tiempos, y aún hoy es un clamor de parte de los siervos de Dios a que todo santo de los últimos días (los santos hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, D. yC 89:18–19), se acerque a la obtención de mayor conocimiento y sabiduría, cultivando de esta manera estos atributos especiales del Salvador Jesucristo.
Este artículo fue escrito por
Reinaldo Mendoza
Periodista (Comunicador Social, mención Desarrollo Social), egresado de la Universidad Católica Cecilio Acosta en Venezuela. Magister en Teaching Higher Education, egresado de la Caribbean International University. Miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, donde sirve como Obispo del Barrio Unión, Estaca Los Sauces, Valencia-Venezuela.