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   Un mediador es quien interviene entre dos partes, o un intercesor, un intermediario. En el Nuevo Testamento, Timoteo se refiere a Jesucristo como el “único mediador entre Dios  y el hombre” (1 Timoteo 2:5), “el mediador de un mejor convenio” (Hebreos 8:6), “el mediador del nuevo testamento” (Hebreos 9:15), y “el mediador del nuevo convenio” (Hebreos 12:24) entre Dios y nosotros.

 

 

 

Respuesta-mormona-01 La necesidad de la Expiación

Debido a la naturaleza de nuestro estado mortal, nunca podemos ser perfectos en esta vida. Todos pecamos, y nos alejamos de la gloria de Dios (Romanos. 3:23). Sin embargo, se ha dicho que ninguna cosa impura puede entrar en la presencia de Dios (1 Nefi 15:34), y vivir en Su presencia es nuestro objetivo final. Pero ¿cómo podemos hacerlo, si nunca podemos ser perfectos? La respuesta es a través de la expiación de Jesucristo. Gracias a la Expiación, podemos arrepentirnos y ser perdonados de nuestros pecados y transgresiones. Podemos superar nuestras debilidades y ser fuertes. Podemos volver a morar en la presencia de Dios de nuevo.

Justicia y Misericordia

Cuando se habla de Cristo como nuestro Mediador, también tenemos que hablar de las leyes eternas de la justicia y la misericordia. La justicia dice que hay que hacer una restitución completa de las leyes que hemos quebrantado en la tierra. La misericordia exige que seamos perdonados, ya que es imposible que nosotros enmendemos completamente nuestros pecados. Sin embargo, ambas leyes, la justicia y la misericordia, no se pueden ejercer excepto a costa de la otra. Si Dios exigiera justicia, que debemos pagar por nuestros pecados, no habría misericordia. Si la misericordia nos reclamara, y no pagáramos por nuestros pecados, entonces no habría justicia. Existe la necesidad de un tercero entre Dios, que exige la justicia, y Sus hijos, quienes suplican por la misericordia. Ese tercero es nuestro Salvador, Jesucristo. Al pagar por todos nuestros pecados y transgresiones con la Expiación, tanto la justicia como la misericordia pueden ser satisfechas. Cristo pagó por nuestros pecados, satisfaciendo así la justicia, y puede a su vez ofrecernos la misericordia y el perdón.

Abogado con el Padre

La revelación moderna en la Doctrina y Convenios arroja más luz sobre el papel del Salvador como nuestro mediador con el Padre Celestial. En Doctrina y Convenios 45:3-5, Jesús dijo a los Santos:

Escuchad al que es vuestro intercesor con el Padre, que aboga por vuestra causa ante él, diciendo: Padre, ve los padecimientos y la muerte de aquel que no pecó, en quien te complaciste; ve la sangre de tu Hijo que fue derramada, la sangre de aquel que diste para que tú mismo fueses glorificado; por tanto, Padre, perdona a estos mis hermanos quecreen en mi nombre, para que vengan a mí y tengan vida eterna.

Debido a que Jesucristo era la única persona perfecta que jamás haya vivido en la tierra, y el único que expió nuestros pecados y que podía hacerlo, Él es el único que puede interceder por nosotros. Es a causa de Cristo que podemos ser perdonados; porque ya cumplió las exigencias de la justicia. No tenemos que satisfacer la ley eterna de la justicia–eso ya se ha hecho. La misericordia sólo se puede extender a nosotros por Aquel que satisfizo esa ley: Jesucristo.

Caminando sobre el agua

Una de mis historias favoritas del Nuevo Testamento es de Jesús y Pedro caminando sobre el agua. Los apóstoles de Jesús estaban en un barco en el Mar de Galilea. Era muy tarde en la noche, y los mares estaban movidos. Los discípulos vieron a Jesús caminando con ellos en el agua, y al principio tenían miedo. Entonces se dieron cuenta de que era el Salvador. Pedro respondió: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” Jesús le dijo: “Ven” Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús. Sin embargo, el viento era fuerte, y Pedro se asustó y comenzó a hundirse. Entonces Mateo nos dice: Mas al ver el viento fuerte, tuvo miedo y, comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Y al momento Jesús, extendiendo la mano, le sujetó y le dijo: ¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mateo 14:30-31).

Me encanta esta historia porque creo que cada uno de nosotros es igual que Pedro. Queremos caminar sobre el agua, por así decirlo, para ir a Jesús y hacer exactamente lo que hizo y hace. Pero, al igual que Pedro, nos asustamos. Tenemos debilidades, y caemos. Y cuando empezamos a hundirnos en el agua, no hay nadie que nos pueda salvar con excepción de Jesucristo, el único que jamás haya caminado sobre el agua sin ni una sola vez empezar a hundirse. Él puede sacarnos del agua, ayudarnos en este nuestro curso, y podemos continuar siguiéndolo. Creo que es importante que las Escrituras usen la palabra “inmediatamente”. Tan pronto como Pedro llamó al Salvador en busca de ayuda, Jesús estaba allí para sacarlo. Pedro no tuvo que esperar. A pesar de que Pedro no era perfecto, y tenía “poca fe”, Jesús todavía lo amaba y lo rescató.

Nuestro Salvador está dispuesto y es capaz de hacer lo mismo para cada uno de nosotros. No podemos ser perfectos solos, pero con gracia y con Cristo como nuestro mediador, podemos ser un día perfecto y morar con nuestro Padre Celestial.

El élder Boyd k. Packer, un apóstol y líder de la Iglesia de Jesucristo, dijo una parábola que nos ayuda a entender el Rol del Salvador como nuestro Mediador con el Padre.

Este artículo fue escrito por

megan –
Nací y crecí en Utah, sobre todo en la pequeña ciudad de Hurricane. Ahora estoy estudiando Inglés en la Universidad Brigham Young-Idaho en Rexburg, ID, y planeo graduarme con una licenciatura en julio. Estudiar en la Universidad Brigham Young-Idaho ha sido una gran experiencia, y me ha encantado conocer la gran literatura, mejorar mis habilidades de escritura, y sobre todo conocer a mucha gente nueva. Me encanta la música, sobre todo tocar música y toco el órgano y el piano. También estoy muy interesada en el lenguaje de señas americano y la cultura que lo rodea. He sido miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días toda mi vida, y me encanta el patrimonio que tengo y el evangelio en el que he crecido.

 

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