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Tome un momento e imagine cómo debe haber sido el sagrado momento en que Jesucristo entró al mundo como un humilde bebé.
Ángeles llamando, uno a uno
“El Salvador del mundo ha llegado”
Inicio humilde, en pesebre
Como si lo fuera, él es un extraño
Los corderos estaban balando, un burro rebuzna
Su Pastor entregado este día santo…
En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a veces inadvertidamente llamada la “Iglesia Mormona”, se sabe que cada uno de nosotros existía antes de nacer a la vida terrenal como hijos espirituales de nuestro Padre Celestial. Allí, nuestro Padre presentó Su Plan de Felicidad donde Él nos enseñó de las familias eternas y todas las demás bendiciones gloriosas que podemos recibir si le seguimos. Este Plan incluía nuestra estadía mortal al tener un período de prueba para probarnos a nosotros mismos ante Dios. Fue durante este tiempo que nuestro perfecto Señor y Salvador Jesucristo se ofreció a Sí mismo a ser sacrificado con el fin de pagar el precio de nuestros pecados, para que pudiéramos ser redimidos y retornar a la presencia de nuestro Padre. Nuestro Padre Celestial preparó el camino para que Su hijo naciera de una madre justa y fuera criado por dos padres terrenales amorosos que pudiesen ayudarle a convertirse en todo lo que estaba destinado a ser. Al pensar en Su nacimiento milagroso, mi corazón está lleno de amor y gratitud que nuestro Salvador naciera en un ambiente humilde y seguro.
Las circunstancias del nacimiento de Jesucristo
“Salió un edicto de parte de César Augusto, que toda la tierra fuese empadronada” y convocó a todos a “su ciudad” (Lucas 2:1-3). José siendo de la casa de David, fue a la ciudad de David, que se llamaba Belén (v. 4). Cuando llegaron allí, María “estaba encinta” con el niño (vs. 5) y sin embargo, no había lugar para ellos en la posada (vs. 7). Aunque la Biblia no dice explícitamente el razonamiento detrás de por qué no había lugar para ellos, lo cierto es que no había espacio. Y así fue, se vieron obligados a permanecer en un humilde establo, símbolo de su futuro servicio a los mansos y humildes, símbolo de Su ser constantemente rechazado por los que confiaron en el mundo por su estado, y simbólico en que el haber nacido en un establo probaba que Él era el Cordero de Dios. Nuestro Padre Celestial seguramente sabía dónde iba a darse el nacimiento mucho antes de que Cristo fuera concebido, ya que se presagió en el simbolismo de la Pascua y se profetizó en el Antiguo Testamento”.
Aunque José no era el padre biológico de Cristo, porque el Padre de Jesús fue el Eterno Padre del cielo y de la tierra, las imágenes de José y María con su nuevo hijo es a la vez acogedora y fortalecedora. A ellos se les confió el criar al Salvador del mundo, debido a sus vidas nobles y virtuosas. Dios sabía que iban a alimentar y proteger a Su Hijo Unigénito con la fuerza y el coraje que necesitaba. Ellos no tuvieron todos los lujos financieros del mundo, pero tenían las riquezas de la eternidad, tenían corazones puros y manos dispuestas.
El milagro del nacimiento de Jesús
No hay una posición oficial de la Iglesia de Jesucristo, que explica exactamente cómo fue concebido Jesucristo. Pero sabemos un par de cosas con seguridad: 1) Cristo es el Hijo literal de Dios y 2) Cristo nació de una madre virgen, María. En el Libro de Mormón leemos:
Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados, y siendo ella virgen, un vaso precioso y escogido, a quien se hará sombra y concebirá por el poder del Espíritu Santo, dará a luz un hijo, sí, aun el Hijo de Dios (Alma 7:10).
Y del fallecido apóstol mormón, Bruce R. McConkie, aprendemos:
[Cristo] fue el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de Israel, el Santo, el Señor Omnipotente. Él era el Mesías prometido, el Salvador y Redentor, el Hijo de David, y en el tiempo señalado nació de una virgen en Belén de Judea, de acuerdo con las promesas (“Venid, conoced al Señor Jesús”, Liahona, mayo de 1977, énfasis agregado).
También me gusta esta cita de un antiguo profeta Mormón:
La doctrina fundamental del verdadero cristianismo es el divino nacimiento del niño Jesús. Esta doctrina no es comprendida en general por el mundo. La paternidad de Jesucristo es uno de los ‘misterios de la divinidad’ comprendido sólo por la mente espiritual (Ezra Taft Benson, “Venir a Cristo”, Liahona, Noviembre 1983).
Elder McConkie continuó diciendo:
De María, la madre [de Cristo], una mujer mortal, él heredó el poder de la mortalidad, por lo que estaba sujeto a todas las tentaciones y males de la carne, incluso la muerte misma. De Dios, su Padre, un hombre inmortal, Él heredó el poder de la inmortalidad, por lo que Él tenía poder para vivir para siempre, o haber puesto voluntariamente Su vida, para recobrarla de nuevo en gloria inmortal.
Él vino al mundo para redimir al hombre de la muerte temporal y espiritual traída sobre ellos por la caída de Adán. Él vino para satisfacer las demandas de la justicia divina y llevar misericordia al penitente. Él vino como un Mediador, como un intercesor, para defender la causa de todos los que creen en Él.
Aplicando el nacimiento de Jesucristo en mi vida
Creamos en Dios y actuemos en Dios, haciendo todo lo que Él quisiera que hagamos. Tengamos siempre espacio en nuestros hogares para el Salvador. Tengamos siempre espacio en nuestras almas para el Cristo. Al hacer esto, entonces podemos compartir Sus mensajes con todos los que entremos en contacto, ya sea de palabra o de obra. Si nosotros, como los posaderos, negamos al Cristo, vamos a perder la oportunidad de bendiciones gloriosas. Pero si, al igual que los mansos y humildes, le permitimos en nuestras vidas, estaremos cuidados por el Pastor perfecto.
Los invito a conocer más sobre cómo invitar a Jesucristo en su vida, en mayor abundancia, mediante el estudio de Su Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. ¡Reúnase con los misioneros mormones y ellos pueden ayudarle! Mi vida se ha transformado a causa de mi decisión de vivir Sus mandamientos y andar en Sus caminos.
Este artículo fue escrito por
ashley – who has written 3 posts on Jesus Christ.
Ashley Bell is a 22-year old wife, mother, BYU graduate, and member of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints. Ashley loves to run, cook, garden, read, and most of all spend time with family and friends.
Ashley Bell es una mujer de 22 años de edad, madre, graduada de BYU, y miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Ashley le encanta correr, cocinar, el jardín, leer, y sobre todo pasar tiempo con familia y amigos.