La mayoría de las religiones tienen un fundador o líder. Algunos consideran que este líder es santo y algunos lo(a) consideran mortal pero inspirado.

Jesucristo es el corazón del cristianismo. Él es el Hijo Unigénito y el Primogénito de Dios el Padre:

Y el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan 1:14,18 traducción Reina-Valera de la Biblia)

Los cristianos conocen a Jesucristo como su Salvador personal. Esta fue una decisión voluntaria de Su parte. Él sabía que cuando vino a la Tierra, no seríamos capaces, como seres plenamente mortales, de vivir la vida perfecta necesaria para que podamos volver a casa con Dios. Aunque la justicia exige la perfección, la misericordia permite que alguien tome nuestros pecados sobre Sí mismo y sufra por ellos. Esta persona tenía que ser un ser perfecto que voluntariamente aceptara el sacrificio de su vida. Jesucristo fue la única persona que podía ser voluntario para esta tarea, lo que significa que estamos en deuda con él. Si se hubiera negado, no habríamos podido ser salvos. Él vino a la tierra tanto como mortal y divino. Su madre era una mujer mortal y Su Padre es Dios. Esta herencia divina y milagrosa concepción le permitió experimentar las pruebas de la mortalidad con el fin de entendernos mejor, pero también tener la divinidad necesaria para ser perfecto y vencer a la muerte.

Jesucristo vivió Su vida de una manera que marcó la pauta para la vida cristiana. Dedicó Su breve ministerio de tres años a la enseñanza sobre Dios y servir a los demás. Nos pidió que tratáramos a los demás con amor, respeto y amabilidad, incluso a aquellos que no nos gusten. Fue criticado porque se asociaba con aquellos con los que la otra gente no estaba de acuerdo, los pecadores, los discapacitados y los que eran de las clases bajas, porque ellos fueron los que realmente necesitaban conocerlo. Él realizó milagros, curó a los enfermos y resucitó a los muertos.

Hay otros líderes religiosos que han predicado la bondad y la moralidad. Hay algunos que han realizado milagros–los propios apóstoles del Salvador Jesucristo realizó muchos milagros. Lo que sigue, sin embargo, es único en que Jesucristo es el Único que pudo y llevó a cabo la expiación.

Poco antes de Su muerte, Él tomó nuestros pecados en el Jardín de Getsemaní. Este fue un proceso extraordinariamente doloroso y muy personal, ya que Él sufrió por cada pecado individualmente. Esto haría posible que Él conociera el dolor del pecado sin Él mismo haber pecado, y por eso, Él es capaz de entender nuestro sufrimiento cuando pecamos. Su sacrificio hizo posible que nosotros eligiéramos arrepentirnos de nuestros pecados y logremos que sean perdonados y olvidados por Dios.

doctrina-mormon-Cristo3Con el tiempo, Él fue asesinado por Sus enemigos. Es importante tener en cuenta que El no podría haber sido asesinado sin Su permiso. Él había profetizado Su muerte e incluso impidió a Sus apóstoles que lo detuvieran. Él sabía que era una parte necesaria de Su misión en la Tierra. Él murió en la cruz junto a dos verdaderos criminales. Luego, fue colocado en una tumba.

Tres días después, Jesucristo resucitó de entre los muertos. Este momento histórico rompió las ligaduras de la muerte para todo el mundo, lo que permitió que todos resucitaran algún día y vivieran para siempre. El proceso de expiación es lo que hace a Jesucristo único. Este nos asegura que Alguien nos ama tanto que estaba dispuesto a sufrir más allá de toda medida por cada uno de nosotros y asumir una misión que nos ofrecería el regalo de la vida eterna.

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Propósito de la vida

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Este artículo fue escrito por

Terrie Lynn Bittner – que ha escrito 45 puestos en Jesucristo

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