¿Alguna vez se han preguntado si alguien sabe por lo que están pasando o si alguien se interesa? A veces ese pensamiento cruza mi mente, pero luego el susurro de la voz apacible y delicada (el Espíritu Santo) me recuerda que el Señor sabe exactamente lo que estoy pasando y que a Él le importa. Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (también conocida como la “Iglesia Mormona” por amigos de otras religiones), soy una firme creyente de que Jesucristo sufrió todas las cosas, y debido a eso, Él sabe cómo “socorrer a su pueblo” (ver el Libro de Mormón, Alma 7:11-12).

doctrina-mormona-cristoEn un libro titulado “Be Not Afraid-Only Believe”, escrito por Ted L. Gibbons y publicado en 2009 por Cedar Fort, Inc., Ted comparte ejemplos de cómo el Señor está al tanto de las personas:

Nuestras vidas, por muy difícil que a menudo sean, deben estar basadas en la realidad de que Él sabe lo que nos está pasando. Él es consciente de cada problema, necesidad, dolor, tristeza y enfermedad. Él escucha nuestras oraciones. En su momento y a su manera, las contesta.

Escuchen el testimonio del Señor de que Su interés: “He aquí, escuchad, oh élderes de mi iglesia que os habéis congregado, cuyas oraciones he oído, cuyos corazones conozco y cuyos deseos han ascendido a mí. He aquí, mis ojos están sobre vosotros” (D. y C. 67:1-2).

Debido a que el Señor escucha nuestras oraciones, conoce nuestros corazones, y entiende nuestros deseos, es capaz de interactuar con nosotros de una manera que nos puede ayudar…

Cuando el Señor entró en Jericó camino a Jerusalén y a los últimos días de Su ministerio terrenal, se encontró con un hombre “pequeño de estatura” (Lucas 19:3) y el “jefe de los publicanos” (Lucas 19:2). Los publicanos eran los recaudadores de impuestos al servicio de Roma o de Herodes. Ellos eran despreciados por los Judíos, y cualquiera que realizara este trabajo era excomulgado de la congregación de los fieles Israelitas (Diccionario de la Biblia- en inglés, “Publicanos”, 755).

El nombre de este hombre era Zaqueo.

Zaqueo quería ver al Salvador, pero la multitud y su pequeño tamaño lo hacían imposible, por lo que corrió por delante de la multitud y se subió a un árbol sicómoro desde donde esperaba obtener una visión de este hombre extraordinario (Lucas 19:1-4).

“Y cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me aloje en tu casa” (Lucas 19:5).

El Salvador sabía su nombre, y, como indican los versículos siguientes (Lucas 19:6-9), Él conocía su corazón también. Aquí estaba un hombre que fue despreciado, rechazado y expulsado. Pero el Señor lo conocía. Conocía su corazón, y Él lo amaba.

Lo que era cierto entonces es verdad ahora. Él está consciente de nosotros y conoce nuestros corazones. La siguiente historia viene del diario de Joseph Millet, de una entrada escrita en 1871.

Uno de mis hijos vino y me dijo que la familia del hermano Newton Hall no tenía pan para comer. Yo no tenía pan ese día.

Puse la harina que teníamos en una bolsa para mandarla a la casa de ese hermano. Fue entonces que llegó el hermano Hall.

Y yo le pregunté: “Hermano Hall, ¿ya no tienen harina?”

“No tenemos nada, hermano Millet”.

“Bueno, hermano Hall, aquí en esta bolsa hay un poco. La dividí y estaba a punto de enviársela. Sus hijos le dijeron a los míos que se habían quedado sin harina”.

El hermano Hall comenzó a llorar, dijo que les había pedido a otras personas, pero no había conseguido nada. Que entonces se había dirigido al bosque a orar al Señor, y el Señor le había dicho que fuera a ver a Joseph Millet.

“Bueno hermano Hall, si el Señor lo envió, usted no necesita devolverme la harina. No me debe absolutamente nada”.

La reacción del hermano Millet a esta experiencia es profundamente conmovedora. Él escribió la siguiente frase en su diario personal: “No tengo palabras para expresarle lo bien que me hace saber que el Señor sabe que existe alguien que se llama Joseph Millet”. Él sabe nuestros nombres. Él es consciente de cuando nos quedamos sin harina, ni esperanza, ni amor. Nuestra percepción de esta conciencia global debe ponernos de rodillas con frecuencia con una expresión de gratitud. Ese testimonio también debe animarnos a acercarnos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Él nos conoce. Él sabe todo sobre nosotros. Él nos ayudará. No debemos temer. Santiago enseñó lo siguiente: “Conocidas son a Dios todas [las] obras [del hombre] desde la fundación del mundo” (Hechos 15:18). Ammón dijo a Lamoni de Dios que “su mirada está sobre todos los hijos de los hombres; y conoce todos los pensamientos e intenciones del corazón” (Alma 18:32).

Salomón, en su oración de dedicación del templo, dijo de Dios: “porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres” (1 Reyes 8:39).

David enseñó a Salomón que “Jehová escudriña los corazones de todos y entiende toda imaginación de los pensamientos” (1 Crónicas 28:9).

Mi corazón se enternece cuando leo las historias de Zaqueo y de Joseph Millet. Yo sé y creo que el Señor está tan consciente de ustedes y de mí como lo estaba de ellos. Y testifico que al tratar de vivir de acuerdo a la ley de Dios seremos capaces de dar un paso atrás, asombrados, reconociendo que el Señor no sólo está cuidando a la humanidad, sino a cada hombre y mujer. Los invito a sentir el poder de las palabras del élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, quien dijo: “El Señor sabe quiénes realmente somos, lo que realmente pensamos, lo que realmente hacemos y lo que realmente estamos llegando a ser” (“Las cosas como realmente son“, charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, 3 de mayo de 2009). También los invito a conocer más acerca de Jesucristo y de Su papel en nuestras vidas individuales, a reunirse con los misioneros mormones, cuya misión es ayudar a otros a acercarse a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Y por favor recuerden siempre que ustedes son hijos de Dios, y que Él los ama.

“Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios” (D. y C. 18:10)

Este artículo fue escrito por Ashley Bell

Recursos Adicionales:

¿Cuáles son las creencias básicas de los mormones? Lea el 13° de los “Artículos de Fe

¿Qué es la expiación de Jesucristo?

Solicite un libro de mormón gratis

nuestro-seor-jesucristo-nos-conoce-individualmente-jesucristo