mormon-jesusLa vida y ministerio de Jesús nos muestran las doctrinas del evangelio verdadero, la manera en que debemos conducirnos, cómo adorar a Dios el Padre, la organización de la iglesia verdadera, que los milagros y las señales siguen a la fe, y que el amor de Dios proporciona un manera en que todos los hombres puedan ser salvos.

Doctrinas del verdadero Evangelio

Jesús basó Su enseñanza doctrinal sobre los dos grandes mandamientos: Amarás al Señor tu Dios con todas tu alma, mente y fuerza (y solo a Él servirás), y amarás a tu prójimo como a ti mismo. La Ley de Moisés era una ley de maestro destinada a llevar a Israel a los pies del Mesías. Todos sus ritos eran un símbolo del Salvador por venir. De esa manera, fue la base del evangelio. Cristo vino a cumplir el propósito de esa base, construyendo sobre ella el glorioso evangelio en su plenitud. La plenitud del Evangelio incluye el poder de la redención, el poder de salvar a la humanidad. Moisés enseñó a los israelitas que el Señor quiso que todos ellos fueran profetas. Jesús enseñó que los hombres tienen la capacidad de sentir el amor de Dios, y tener Sus mandamientos escritos en sus corazones. Los antiguos israelitas vivieron por la ley. Cristo quería que vivan por el Espíritu Santo.

La doctrina fundamental de Cristo era el arrepentimiento y el renacimiento. Hizo un llamamiento a los hombres para que pongan sus pecados sobre el altar y confíen que Su propia expiación de sangre les proporcionaría la redención y la salvación. Su mensaje central fue cumplido cuando Él sufrió los dolores de todos los hombres en Getsemaní, y cuando Él dio su vida en la cruz del Calvario. Su resurrección garantizó que toda la humanidad resucitará, tanto los justos como los injustos. Su sacrificio garantizó que todos los que se arrepientan en Su nombre pueden ser exaltados.

Cómo debemos conducirnos

Cristo enseñó con el ejemplo que servir a nuestro prójimo por amor es más importante que la letra de la ley––Él sanó en el Día de Reposo. Él enseñó que el líder de todos es el siervo de todos––lavó los pies de los Apóstoles. Él enseñó la verdadera naturaleza del perdón––Él perdonó a quienes lo crucificaron a pesar de encontrarse en el acto. Él enseñó que todos somos hijos de Dios––Él cenó con los pecadores y publicanos. Él enseñó que tenemos necesidad del bautismo y el arrepentimiento––aunque perfecto y sin pecado, Él fue bautizado para cumplir toda justicia. Él nos enseñó a volver nuestros deseos hacia las cosas del Espíritu en lugar de las cosas del mundo––Él invitó al joven rico a que vendiera sus posesiones, tome su cruz y siguiera al Salvador.

Al emular al Salvador, podemos llevar una vida piadosa y ser más como Cristo. Al hacerlo, reflejamos Su imagen en nuestros semblantes.

Cómo adorar a Dios el Padre

Cristo reprendió a los sacerdotes, tanto de los fariseos como de los saduceos, por su hipocresía. Ellos representaban a la iglesia, pero llevaban una vida inicua. Eran mundanos, intolerantes, y en ocasiones francamente deshonestos. La primera manera de adorar al Padre es purificar nuestras motivaciones y comportamientos, y ser fieles a los mandamientos de Dios en pensamiento y acción. Cristo era absolutamente obediente, haciendo sólo la voluntad de Su Padre.

Cristo siempre mostró respeto hacia su Padre Celestial. Cristo nos enseñó a acercarnos al Padre con reverencia, respeto y admiración. Cristo nos enseñó a orar por nuestros campos, nuestras familias, de hecho, todas nuestras acciones, pero dentro de todas las cosas manifestar gratitud al Padre.

La Organización de la Iglesia Verdadera

Cristo organizó Su Iglesia con doce apóstoles y les dio autoridad para actuar en Su nombre. Tenían autoridad para sanar, organizar, enseñar la doctrina. Lo que ellos ataren sobre la tierra era atado en el cielo. Después de la crucifixión de Cristo, los apóstoles recibieron la revelación de Cristo sobre el resto de la organización de la Iglesia. Ellos llamaron quórum de setenta para ayudar en la obra.

La única iglesia moderna organizada de ese modo es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La Iglesia está organizada de forma idéntica a la antigua Iglesia, y recibe autoridad y el poder de Jesucristo a través de su profeta y apóstoles, todos los cuales son receptores de revelación constante del cielo.

Cristo visitó a los pueblos del Libro de Mormón en el continente americano como el Señor resucitado, y Él organizó Su Iglesia siguiendo el mismo patrón:

Y aconteció que cuando Jesús hubo hablado estas palabras a Nefi y a los que habían sido llamados (y llegaba a doce el número de los que habían sido llamados, y recibieron el poder y la autoridad para bautizar), he aquí, él extendió la mano hacia la multitud, y les proclamó, diciendo: Bienaventurados sois si prestáis atención a las palabras de estos doce que yo he escogido de entre vosotros para ejercer su ministerio en bien de vosotros y ser vuestros siervos; y a ellos les he dado poder para que os bauticen en el agua; y después que seáis bautizados en el agua, he aquí, os bautizaré con fuego y con el Espíritu Santo. Por tanto, bienaventurados sois si creéis en mí y sois bautizados, después que me habéis visto y sabéis que yo soy. (3 Nefi 12:1).

Y los discípulos de Jesús efectuaban grandes y maravillosas obras, de tal manera que sanaban a los enfermos, y resucitaban a los muertos, y hacían que los cojos anduvieran, y que los ciegos recibieran su vista, y que los sordos oyeran; y obraban toda clase de milagros entre los hijos de los hombres; y no obraban milagros salvo que fuera en el nombre de Jesús. (4 Nefi 1:5).

Milagros y señales siguen a la fe

Y he aquí le trajeron un paralítico tendido en una cama; y Jesús, viendo la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados (Mateo 9:2).

La fe siempre fue un requisito previo para recibir el poder sanador del Salvador. Dijo Moroni, el último libro de profeta Mormón:

…y es por la fe que aparecen ángeles y ejercen su ministerio a favor de los hombres; por tanto, si han cesado estas cosas, ¡ay de los hijos de los hombres, porque es a causa de la incredulidad, y todo es inútil!

Porque, según las palabras de Cristo, ningún hombre puede ser salvo a menos que tenga fe en su nombre; por tanto, si estas cosas han cesado, la fe también ha cesado; y terrible es la condición del hombre, pues se halla como si no se hubiera efectuado redención alguna. (Moroni 7:37, 38).

El amor de Dios proporciona una manera para que todos los hombres puedan ser salvos

¡Oh vosotros de la casa de Israel, a quienes he preservado, cuántas veces os juntaré como la gallina junta sus polluelos bajo las alas, si os arrepentís y volvéis a mí con íntegro propósito de corazón! (3 Nefi 10:6).

¡Cuántas veces os he llamado por boca de mis siervos y por la ministración de ángeles, y por mi propia voz y por la de los truenos y la de los relámpagos y la de las tempestades; y por la voz de terremotos y de fuertes granizadas, y la de hambres y pestilencias de todas clases; y por el gran sonido de una trompeta, y por la voz del juicio y de la misericordia todo el día; y por la voz de gloria y de honra y la de las riquezas de la vida eterna, y os hubiera salvado con una salvación sempiterna, mas no quisisteis! (Doctrine and Covenants 43:25)!

El más fuerte deseo de Cristo es salvar a cada uno de Sus hijos. Él no hace acepción de personas; Él es el Salvador de todos. Sus entrañas están llenas de compasión siempre para nosotros. Literalmente, nos pide a venir a Él, para poner nuestras cargas a sus pies, para encontrar la paz en un mundo lleno de problemas, y para hacer esas cosas que nos ayudarán a unirnos a Él en la eternidad.

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