Por Dallin Q., miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Iglesia Mormona), y estudiante de la Universidad Brigham Young (BYU).

Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (inadvertidamente llamada por amigos de otras religiones “Iglesia Mormona”) estoy muy agradecido por el conocimiento que tengo de mi relación personal con Dios el Padre.  He aprendido más acerca de esta relación a través de mi estudio del Libro de Moisés, un libro de escritura antigua traducido por medio de la revelación moderna, en la Perla de Gran Precio.

escrituras-mormonasEl primer capítulo en el Libro de Moisés siempre ha sido importante para mí ya que mi mamá me enseñó de él cuando estaba en la escuela.  Ella me enseñaba una y otra vez el principio inestimable que todos somos hijos de Dios, y no debemos escuchar las voces que nos dicen lo contrario. Hoy al leer el primer capítulo de Moisés, volví a sentir que el espíritu me da testimonio que soy un hijo de Dios.  Ese testimonio aumenta mi visión y el nivel de motivación para hacer el bien.

Cuando me doy cuenta de que soy un hijo de Dios, tal como Dios le enseñó a Moisés en el capítulo 1:4, mi visión aumenta.  En lugar de dudar de lo que puede lograrse en el futuro, yo elijo creer que si realmente soy un hijo de Dios, entonces tendré el potencial de ser como Él.  Sé que es un principio muy básico, pero es increíblemente poderoso cuando se cree y actúa en consecuencia.

El creer que Dios es mi padre, me motiva a la acción. No sólo creo que grandes cosas sucederán en el futuro, también tengo el vigor de salir y empezar a trabajar hacia ellas.  Por ejemplo, nunca pensé que podría aprender el idioma finlandés cuando fui misionero de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (inadvertidamente llamada por amigos de otras religiones “Iglesia Mormona”).  Después, me di cuenta de que Dios el Padre puede hablar en finlandés, Él hablaba en ese idioma todo el tiempo a las personas que nosotros estábamos enseñando.  Bien, eso me llevó a pensar, si yo soy el hijo de Dios y Él habla finlandés, y Él me ha llamado por medio de un profeta de Jesucristo para aprender finlandés, entonces me ayudará a aprender.  Una vez que hice esa conexión al darme cuenta del significado de ser hijo de Dios, me vi motivado a estudiar el idioma finlandés mucho más. Sólo quiero decir que una de las mejores cosas que he visto en mi misión con los Santos de los Últimos Días fue ver que la gente cambia cuando empieza a creer en el principio de que son hijos de Dios.

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