Por Eric Kotter, un miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (“Iglesia Mormona”), estudiante de comunicaciones en la Universidad Brigham Young-Idaho y escritor independiente.

Dios nos ha dado el Espíritu Santo, también conocido como el Santo Espíritu, para que nos guíe y nos fortalezca en esta vida terrenal. El Espíritu Santo es una persona real, pero no tiene un cuerpo físico, tiene un espíritu.  El Espíritu Santo, Jesucristo y nuestro Padre Celestial son tres seres separados que forman parte de la Deidad.  Todos ellos tienen el mismo propósito, que es ayudarnos a regresar a la presencia de Dios para que podamos tener vida eterna.

creencias-mormonismoHay dos partes para entender el Espíritu Santo.  Existe el poder del Espíritu Santo, y existe  el don del Espíritu Santo, o el don del Santo Espíritu. Antes de que alguien sea bautizado y reciba el don del Espíritu Santo, puede sentir que el poder y la influencia del Espíritu Santo dan testimonio en su corazón de las cosas que son verdaderas.  Pueden ayudarle a sentir paz y llevarlo a lo que es correcto y bueno. Cuando el espíritu lleva a otros a la verdad, les pedirá que actúen sobre esas verdades.  Por ejemplo, después de saber que Jesús nos pide ser bautizados, el Espíritu Santo llevaría a esa persona a hacer cambios en su vida con el fin de prepararse para el bautismo. Después del bautismo, cuando es administrado bajo la autoridad del sacerdocio, recibimos el don del Espíritu Santo, que es el derecho a tener la compañía constante del Espíritu Santo siempre que uno sea digno.  El don del Espíritu Santo tiene un efecto santificador en el cuerpo, y ayuda a eliminar los deseos de hacer el mal y cometer pecado.  Nos ayuda a ser, literalmente, como Jesucristo, y nos permite limpiarnos de nuestros pecados.

Uno de los propósitos del Espíritu Santo es dar testimonio de la verdad.  En El Libro de Mormón, un volumen de escritura sagrada antigua, que da testimonio de Jesucristo, dice: “y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas. Y cualquier cosa que es buena, es justa y verdadera; por lo tanto, nada que sea bueno niega al Cristo, antes bien, reconoce que él existe” (Libro de Mormón: Moroni 10:5-6).  El Espíritu Santo nos habla a través de nuestros pensamientos y sentimientos.  Cuando el Padre Celestial nos envió a esta tierra, Él no quería dejarnos solos y perdidos, sin ninguna forma de saber lo que es correcto y lo incorrecto, lo verdadero y lo que no es, por eso nos dio el Espíritu Santo.  El Espíritu Santo nos habla a través de pensamientos, sentimientos e impresiones.  El Espíritu Santo nos habla más como una pequeña voz en lugar de una gran voz. Un apóstol de Jesucristo dijo: “Esa dulce y tranquila voz de inspiración viene más como un sentimiento que como un sonido” (Élder Boyd K. Packer).  El libro de Gálatas en la Biblia nos ayuda a reconocer cuando estamos sintiendo la influencia del Espíritu Santo.  Dice: “Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23).  Cuando siento el espíritu, éste me ayuda a querer ser más amoroso, amable, paciente y bueno.  Cuando siento el espíritu, quiero ser más como Jesucristo.  Sé que estoy sintiendo el Espíritu Santo cuando me siento tranquilo y en paz, y cuando la confusión y la duda se disipan.  Cuando me siento así, él me ayuda a saber lo que es verdadero y bueno.  Me he sentido así con respecto a Jesucristo y Su iglesia restaurada.  Sé que Su iglesia ha sido restaurada en la tierra.  Al igual que un hombre ciego sabe que el sol existe porque puede sentir su calor, yo sé que Jesucristo vive, porque puedo sentir su amor por mí cuando leo acerca de Él, y sigo Su consejo de amar y servir a los demás.  También sé que hay profetas y apóstoles vivientes en esta tierra que hablan de Jesucristo por medio de la revelación.  He sentido la misma sensación del Espíritu Santo cuando da testimonio ante mí que estas cosas son verdaderas.

Cuando yo era un niño de ocho años de edad, fui bautizado como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (comúnmente mal llamada “La Iglesia Mormona”) y me dieron el don del Espíritu Santo.  A través de la autoridad de Dios, que se llama sacerdocio, fui bautizado, y luego de colocarme las manos en la cabeza me confirieron el don del Espíritu Santo.  No recuerdo todo lo que se dijo en el bautismo, pero sí recuerdo la sensación que sentí.  Me sentí limpio – espiritualmente limpio.  Me sentí feliz y en paz.  Sentí que el Señor estaba complacido con mi decisión de comprometerme a seguirlo.  El Espíritu Santo se posó sobre mí y sentí el amor del Señor.  El Espíritu Santo ha sido una gran bendición en mi vida. Sin él estaríamos perdidos en este mundo de confusión.  Yo sé que es real.  He sentido que su poder y su influencia me levantan, me enseñan y dan testimonio ante mí de la realidad de Jesucristo. Yo sé que el Espíritu Santo puede ser sentido por todos los que honestamente quieren hacer lo correcto y encontrar la verdad.

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El Don del Espíritu Santo

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