Por Eric Kotter, un miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (“Iglesia Mormona”), estudiante de comunicaciones en la Universidad Brigham Young-Idaho y escritor independiente.

Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (inadvertidamente llamada por amigos de otras religiones Iglesia Mormona), he tratado de obtener un testimonio personal de Jesucristo.  Cuando era un niño pequeño, me enseñaron acerca de Jesucristo, recuerdo que iba a la Iglesia y que aprendía acerca de Él.  En un momento en particular en la Iglesia yo era un poco fastidioso e impaciente.  Recuerdo que mi mamá me decía que dé lo mejor de mí para pensar acerca de Jesucristo durante la reunión sacramental (similar pero diferente de la comunión católica).  Recuerdo que le pregunté a mi madre: “¿Cómo pienso en Él?”, mi madre me dijo que tengo que recordar las cosas que Él hizo por nosotros.  Este recuerdo resalta para mí porque me recuerda un momento de mi vida en que empecé a desarrollar una relación más seria y personal con Jesucristo.

Jesús-camina-agua-mormónNo muchos años después de esa experiencia, yo estaba sentado en mi casa viendo un video acerca de Jesucristo con mi familia.  El video mostraba los sufrimientos de Cristo – Su sufrimiento en Getsemaní por nuestros pecados y Sus sufrimientos posteriores en la cruz. Me acuerdo que mientras miraba el video aparecieron en mí sentimientos de admiración y asombro de que alguien pudiera pasar por tanto dolor.  Yo me preguntaba, “¿Por qué iba alguien a pasar por tanto dolor?”  Después de ver la solemne escena del video por un momento, me fui a la cocina donde mi madre preparaba una comida, y le pregunté, “¿Por qué haría eso Cristo por nosotros?  ¿Por qué iba pasar por tanto dolor?”  Su respuesta fue simple, pero me afectó de una manera profunda y potente.  Ella dijo: “Porque Él nos ama.”  Cuando ella dijo esas palabras, sentí una sensación maravillosa de amor que es difícil de describir.  Sentí que el Espíritu del Señor me daba testimonio que esto era cierto – que Jesucristo era real y que Él nos ama más de lo que podemos imaginar.  Sentí un ardiente amor profundo que me hizo llorar.  Yo sé que esta experiencia viene de Dios.  Fue un testimonio para mí de la realidad y la divinidad de Jesucristo.

A lo largo de mi vida he llegado a aprender más y más acerca de Jesucristo y de Su propósito.  He aprendido que Jesucristo vino a esta tierra con una misión – una misión para pagar una deuda. Esta deuda era pagar por todos nuestros pecados, así como por nuestros sufrimientos y dificultades.  Él hizo esto para que sea posible que todos nosotros regresáramos a Dios y tengamos vida eterna si seguimos su Evangelio.  También lo hizo para que sea posible recibir la gracia que permite ayudar a fortalecernos a través de las dificultades de la vida, incluso las más pequeñas.  Mucha gente podría preguntarse por qué debe tener esperanza o cómo puede tener paz.  Doy testimonio de que es sólo a través de Jesucristo que podemos tener una esperanza y paz verdaderas.  He descubierto que sólo confiando en Jesucristo y siguiendo Su evangelio yo encuentro la verdadera paz.  Un antiguo profeta llamado Moroni, habló acerca de dónde debemos poner nuestra esperanza. Él dijo:

Y ¿qué es lo que habéis de esperar? He aquí, os digo que debéis tener esperanza, por medio de la expiación de Cristo y el poder de su resurrección, en que seréis resucitados a vida eterna, y esto por causa de vuestra fe en él, de acuerdo con la promesa (El Libro de Mormón, Moroni 7:41)

¡Jesucristo es la razón por la que podemos tener esperanza y regocijo!  Debido a que Él dio Su vida por nosotros, podemos encontrar la paz a través de las tormentas y los desafíos que todos enfrentamos.  En el tercer día después de Su muerte, Jesucristo resucitó de la tumba como un ser resucitado.  Él venció la muerte e hizo posible que todos nosotros podamos vencer la muerte.  Esto me da una gran esperanza de que sea capaz de ver a mis seres queridos que han fallecido.  Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, he aprendido que el Evangelio de Jesucristo, tal como fue cuando Él estaba en la tierra, fue restaurado en la tierra a través de un profeta viviente.  Hoy en día hay profetas y apóstoles que nos hablan y nos ayudan a saber lo que el Señor quiere que hagamos.  Yo sé que a medida que hacemos nuestro mejor esfuerzo para seguir a Jesucristo y vivir la vida que Él vivió, entonces nos encontramos con la paz.  Mi madre me ha dicho muchas veces, “Haz tu mejor esfuerzo, y el Señor se encargará del resto.”  Su gracia está ahí para nosotros.  A medida que nosotros lo busquemos, podemos llenarnos con su amor y aligerar nuestras cargas, fortalecer la esperanza y restaurar la paz.  En el Nuevo Testamento en la Biblia, Jesucristo dijo:

“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas” ( Mateo 11: 29).

Sé que Jesucristo vive y que Él nos ama.  Jesucristo nos enseña lo que es verdaderamente importante en esta vida.  Sé que cuando lo sigo y trato de servir a los demás, hay una felicidad que entra en mi vida que no se puede encontrar en ninguna otra forma.

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