Élder Richard G. Scott
del Quórum de los Doce Apóstoles
¿En qué creen los mormones? El Élder Scott habla de la salvación que Jesucristo lleva a todo el que la acepte y, también, de guardar los mandamientos, algunas realizadas en los templos que Jesucristo ha revelado.
El Redentor te ama y te ayudará a lograr todo lo esencial que te brindara felicidad ahora y para siempre.
Hoy es el 6 de abril. En las Escrituras de nuestros tiempos esta registrado que Jesucristo nació en este día. Con humildad hablo de este glorioso Ser a quien cada uno de nosotros le debe tanto. Sé que lo que se enseña de Él en las Escrituras es verdad y empleare algunos pasajes para expresar mis sentimientos personales.
Pablo testifico que “habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”.
La eterna salvación, ¡que preciada es! Pero es preciso que le obedezcas para obtenerla. “… dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque este muerto, vivirá.
“Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente…”.
“Y si guardas mis mandamientos y perseveras hasta el fin, tendrás la vida eterna…”
No morirás eternamente, tendrás la vida eterna; pero debes ser obediente y perseverar hasta el fin.
Testifico que el Señor vino “al mundo para salvar a todos los hombres, si estos escuchan su voz”; que El sufrió “los dolores de todos los hombres”; y que Él fue crucificado “a fin de que la resurrección llegue a todos los hombres, para que todos comparezcan ante el en el gran día del juicio”. Testifico que “Él manda a todos los hombres que se arrepientan y se bauticen en su nombre, teniendo fe perfecta en [El],… o no pueden ser salvos en el reino de Dios”. Arrepentirse, bautizarse y tener fe perfecta en El son algunos de los requisitos esenciales que se deben cumplir.
Sé que “no hay otra manera ni medio por los cuales el hombre pueda ser salvo, sino por la sangre expiatoria de Jesucristo”. Testifico que El expío “los pecados del mundo, para realizar el plan de la misericordia, para apaciguar las demandas de la justicia, para que Dios sea un Dios perfecto, justo y misericordioso también”. Testifico que si no fuera por la expiación del Santo Redentor, las demandas de la justicia impedirían a toda alma nacida en la tierra retornar a la presencia de Dios para participar de Su gloria y exaltación, pues todos cometemos errores por los cuales no nos es posible apaciguar la justicia por nuestra cuenta. Testifico que si no fuera por la expiación infinita de Cristo, no podríamos volver a la presencia de Dios al morir, y que, como Jacob nos advirtió solemnemente, “nuestros espíritus… [estarían] sujetos [al]… diablo, para no levantarse más. Y nuestros espíritus [llegarían] a ser como él, y nosotros seríamos diablos, ángeles de un diablo, para ser separados de la presencia de nuestro Dios y permanecer con el padre de las mentiras, en la miseria…”.
Testifico que “la redención viene en el Santo Mesías… [a] todos los de corazón quebrantado y de espíritu contrito; y por nadie más se pueden satisfacer las demandas de la ley”. Este requisito absoluto de un “corazón quebrantado y un espíritu contrito” exige el ser sumiso, dócil, humilde (o sea, fácil de enseñar), y de disposición obediente. Finalmente, testifico: “cuán grande es la importancia de hacer saber estas cosas a los habitantes de la tierra, para que sepan que ninguna carne puede morar en la presencia de Dios, sino por medio de los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías”.
Jesucristo poseía méritos que ningún otro hijo del Padre Celestial podía tener. Antes de nacer en Belén, Él era Jehová, un Dios. Su Padre no sólo le había dado el cuerpo espiritual sino que Jesús era también Su Unigénito en la carne. Nuestro Maestro llevó una vida perfecta y sin pecado, y por lo tanto, estaba libre de las demandas de la justicia. Él era y es perfecto en todo atributo, como el amor, la compasión, la paciencia, la obediencia, el perdón y la humildad. Su misericordia paga nuestra deuda con la justicia si nos arrepentimos y le obedecemos. Puesto que, aun con nuestros más arduos esfuerzos por obedecer Sus enseñanzas, todavía nos quedaremos cortos, por causa de Su gracia seremos salvos “después de hacer cuanto podamos”.
Aunque se nos ha privado de la memoria de ello, antes de venir a esta tierra vivíamos en la presencia de Dios el Eterno Padre y de Su Hijo Jesucristo. Prorrumpimos en exclamaciones de gozo cuando se nos dio el privilegio de venir a esta tierra para recibir un cuerpo y avanzar en el plan de Dios para nuestra felicidad; sabíamos que aquí se nos probaría, y teníamos la determinación de vivir con obediencia a fin de poder regresar a estar con nuestro Padre para siempre. Parte de esa prueba es tener aquí tantas cosas aparentemente interesantes para hacer que es posible que olvidemos los principales propósitos de estar acá; Satanás se esfuerza mucho por impedir que suceda todo lo esencial para lograr ese propósito.
El plan es en realidad muy sencillo si consideramos su naturaleza. El Señor nos ha dicho que estamos aquí para ser probados, para ver si seremos valientes y obedientes a Sus enseñanzas. Entre toda la gente de la tierra, tú tienes la mejor posibilidad de serlo, porque tienes acceso a la plenitud del Evangelio restaurado y a las enseñanzas del Salvador. En los momentos tranquilos cuando piensas en ello, reconoces lo que es y lo que no es de fundamental importancia en la vida. Ten sabiduría y no dejes que lo bueno tome precedencia sobre lo esencial.
¿Y qué es lo esencial? Tiene que ver con la doctrina; se centra en las ordenanzas y comprende convenios vitales. Esas ordenanzas son el bautismo y la confirmación para entrar en Su Iglesia y reino en la tierra; para los hombres, incluye también la ordenación digna al Sacerdocio de Melquisedec, y el honrarlo y emplearlo en el servicio a los demás. Para todo adulto, implica también todas las ordenanzas del templo, incluso la investidura personal; y abarca la ordenanza selladora del templo en la cual un hombre y su esposa se ligan de tal manera que, mediante la obediencia, puedan vivir juntos por esta vida y por toda la eternidad; si son fieles, los hijos nacidos de esa unión o sellados después a sus padres están unidos a ellos con amor y regocijo para siempre jamás. A fin de recibir todas las bendiciones del sacrificio expiatorio del Salvador, sólo se nos pide que seamos obedientes a Sus mandamientos y que recibamos todas esas ordenanzas esenciales. La Expiación no solamente nos ayuda a sobreponernos a los errores y a las transgresiones sino que también, en el debido tiempo del Señor, resolverá todas las desigualdades de la vida, todo lo que es injusto por ser consecuencia de las circunstancias o de las acciones de otras personas, y no de nuestras propias decisiones.
Aunque habrá quienes no lo entiendan o no estén de acuerdo, testifico que no es suficiente bautizarse y llevar después una vida aceptable evitando las transgresiones serias. El Señor ha decretado que es preciso recibir esos convenios y ordenanzas de los que he hablado para lograr la exaltación y la vida eterna. El ser digno de recibir las ordenanzas del templo significa que optaras por hacer lo que muchas personas del mundo no están dispuestas a hacer: santificaras el día de reposo, ejercerás la fe mediante el pago de diezmos y ofrendas, participaras con regularidad en los servicios de adoración de la Iglesia, darás servicio, y mostraras amor y aprecio por los de tu familia, ayudando a cada uno de ellos. Después de recibir las ordenanzas del templo, continuaras progresando al obedecer los convenios que habrás hecho y, con fidelidad, “persevera[rás] hasta el fin”.
No es difícil obedecer los mandamientos cuando lo haces voluntariamente y con “un corazón quebrantado y un espíritu contrito”. Cuando esos convenios se obedecen, nos brindan felicidad y gozo; le dan un propósito a la vida. El problema es cuando se usa el albedrío para tomar decisiones que no van de acuerdo con esos convenios. Reflexiona sobre lo que haces en tu tiempo libre, ese tiempo que tienes la libertad de controlar. ¿Te parece que lo concentras en aquello que tiene elevada prioridad y que es de mayor importancia aun sin darte cuenta, lo llenas constantemente con actividades triviales que no tienen valor duradero ni te ayudan a lograr el propósito por el cual viniste a la tierra? Piensan en la perspectiva futura, no sólo en lo que sucederá hoy o mañana. No renuncies a lo que mas anhelas en la vida por algo que ahora crees desear.
Lo esencial debe realizarse durante el periodo de probación en la tierra; se le debe dar la más alta prioridad; no debe sacrificarse por cosas de menor importancia, aun cuando sean buenas y de valor. Después de esta vida serás restablecido a lo que tú te hayas permitido llegar a ser acá. ¡Ah, si yo tuviera la capacidad de comunicarte la paz y la serenidad que se reciben al saber que tú y tu familia han recibido dignamente todas las ordenanzas salvadoras y estén obedeciendo con rectitud los convenios correspondientes!
Te exhorto con todas mis fuerzas a recibir todas las ordenanzas de salvación y a hacer todo lo posible por lograr que los demás miembros de tu familia las reciban antes de partir de esta tierra. En el ambiente del bien y del mal aquí en la tierra, con tu cuerpo mortal, puedes progresar mucho más rápidamente de lo que lo harás como un espíritu en el mundo de los espíritus. Comparado con la duración de una vida normal, no es mucho el tiempo que lleva recibir todas las ordenanzas esenciales para la exaltación. Requiere, si, diligencia, comprensión y obediencia; requiere que hagas todo lo posible, según tu capacidad, por merecer esas ordenanzas y por recibir todas las que puedas. Si hay razones por las cuales no te sea posible recibirlas todas, vive dignamente y no las desmerezcas por descuido, ni por indiferencia ni por falta de dignidad, y en Su debido tiempo y lugar, el Señor hará posible que recibas todas las bendiciones que Él ha prometido.
Sea o no tu intención hacerlo, cuando vives como si el Salvador y Sus enseñanzas fueran solo una de las muchas otras cosas importantes de tu vida, te encuentras claramente en camino hacia la desilusión y, posiblemente, hacia la tragedia. ¿Te parece sabio perder la felicidad eterna por cumplir sólo parte de los requisitos? Ruego que te sientas motivado a llevar a cabo ahora los cambios necesarios.
Si te has desviado hacia el terreno de la transgresión, te ruego que vuelvas; si te has dejado atraer por las cosas del mundo que te hayan hecho olvidar las de Dios, pon tus prioridades en orden; si no has recibido todas las ordenanzas esenciales, decídete ahora a hacer lo necesario para recibirlas.
¡Cuán agradecidos debemos estar por la Expiación que efectuó Jesucristo, nuestro Redentor, Jesucristo! Ella da a la vida plenitud y gozo si seguimos el modelo que se describe en este pasaje de las Escrituras:
“No obstante, ayunaron y oraron frecuentemente, y se volvieron mas y mas fuertes en su humildad, y mas y mas firmes en la fe de Cristo, hasta henchir sus almas de gozo y de consolación; si, hasta la purificación y santificación de sus corazones, santificación que viene de entregar el corazón a Dios”.
Testifico que “la remisión de los pecados [mediante la Expiación] trae la mansedumbre y la humildad de corazón y por motivo de la mansedumbre y la humildad de corazón viene la visitación del Espíritu Santo, el cual Consolador llena de esperanza y de amor perfecto”. Testifico que Dios, tu Padre Eterno, te ama; que oye tus oraciones y las contestará. El Redentor te ama y te ayudará a lograr todo lo esencial que te brindara felicidad ahora y para siempre. Yo soy un testigo de Jesucristo. Sé que Él vive. En el nombre de Jesucristo. Amén.