Las Escrituras hablan del Maestro regresando como un “ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 5:2). Es verdad que ningún hombre mortal supo, sabe ahora, o sabrá el día preciso de la Segunda Venida del Señor. Eso es cierto para los profetas y apóstoles así como para la gente común de la sociedad y la Iglesia. El Señor no le reveló a José Smith el día ni la hora precisa de Su venida (Doctrina y Convenios 130:14-17)
El élder M, Russell Ballard, dirigiéndose a los estudiantes de la Universidad de Brigham Young, observó:
“Como uno de los Apóstoles estoy llamado a servir como un testigo especial de Cristo en estos tiempos magníficos y difíciles, y no sé cuándo Él vendrá nuevamente. Hasta donde sé, ninguno de mis hermanos del Consejo de los Doce e incluso de la Primera Presidencia lo sabe. Y con humildad les sugiero, mis jóvenes hermanos y hermanas, que si nosotros no sabemos, entonces nadie sabe, sin importar cuán convincentes sean sus argumentos o cuán razonables sean sus cálculos. Creo que cuando el Señor dice “ningún hombre” realmente significa que ningún hombre sabe. Ustedes deben ser extremadamente cautelosos con cualquier persona que afirme ser una excepción a este decreto sagrado”.
Por otro lado, se les prometió a los mormones que si están a tono con el Espíritu, pueden saber la hora y el momento. El Apóstol Pablo eligió la analogía descriptiva de una mujer embarazada próxima a dar a luz. Ella puede no saber el día u hora exacta del nacimiento, pero lo que sabe ciertamente es que será pronto. ¡Debe ser pronto! Las impresiones, sentimientos y signos en su propio cuerpo así lo testifican. En aquel día, seguramente, los Santos del Altísimo, los miembros del cuerpo de Cristo, suplicarán que el Señor entregue la tierra en su dolor de parto, ponga fin a la corrupción y degradación, introduzca una era de paz y rectitud. Y aquellos que prestan atención a las palabras de la Escritura, y especialmente a los oráculos vivos, permanecerán como los “hijos de luz e hijos del día”, aquellos que no “son de la noche ni de las tinieblas” (1 Tesalonicenses 5:2-5). En una revelación moderna, el Salvador declaró “Además, de cierto os digo que la venida del Señor se aproxima, y sorprenderá al mundo como ladrón en la noche. Por tanto, ceñid vuestros lomos para que seáis hijos de luz, y no os sorprenda ese día como ladrón. (Doctrina y Convenios 106:4-5, cursiva agregada).
Sperry Symposium Classics, Centro de Estudios Religiosos, Brigham Young University, pág. 204.