Poncio Pilato, el oficial romano bajo cuya autoridad Jesús fue juzgado y condenado, era el quinto gobernador de Judea, manteniendo su puesto durante el período del año 26-36 d.C. Como ecuestre, Pilato procedía de la clase romana que fue superada sólo por el Senado y de la cual los emperadores romanos señalaban con mayor frecuencia a funcionarios administrativos y militares. Se sabe poco acerca de su carrera antes de su nombramiento como gobernador de Judea, a pesar de que puede haberse beneficiado del patrocinio político de L. Aelio Seiano (Sejano), un importante ministro del emperador Tiberio (gobernó del 14 al 37 d.C.). Aunque Tácito lo llama un “procurador” (Tácito, Anales 15:44), que es el título común para los gobernadores ecuestres de pequeñas provincias imperiales de la época de Claudio (gobernó del 41 al 54 d.C., una importante inscripción de Cesarea, la capital de Judea Romana, confirma que él ocupó anteriormente el título de “prefecto”.
Dos fuentes judías del primer siglo, Josefo y especialmente Filo, registraron varios errores desastrosos de Pilato en sus comienzos en la administración de Judea, incluyendo el llevar a Jerusalén normas romanas que eran ofensivas a la sensibilidad judía, respondiendo con excesiva fuerza a las manifestaciones judías en contra de sus políticas, y dedicando escudos de oro al emperador Tiberio en el antiguo palacio Herodiano. Los problemas iniciales de Pilato en la provincia, y tal vez la purga en Roma, en el año 31 d.C., de los partidarios de su posible mecenas Seiano, colocó a Pilato en una difícil posición política cuando se topó con el caso de Jesús, sobre todo cuando la claque hostil reunida en el juicio, acusó a Pilato de no ser amigo del emperador cuando inicialmente trató de liberar a Jesús (Juan 19:12). La buena relación de trabajo que Pilato parece haber tenido con José Caifás, un sumo sacerdote judío de los años 18 a 37 d. C., puede sugerir que o bien fue más influenciado por la animosidad de los dirigentes judíos contra Jesús o que él estaba colaborando más estrechamente con Él de lo que los relatos del evangelio revelan.
De todos los informes del evangelio del juicio de Pilato a Jesús, el de Juan puede ser el más importante debido a su recuento de dos entrevistas privadas entre ellos (Juan 18:33-38, 19:8-11). La primera entrevista conserva un memorable intercambio entre Pilato, el representante del fugaz y mundano poder, y Jesús, el Hijo de Dios: “Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”. (Juan 18:37).
En el año 36 d.C., Pilato reprimió brutalmente un movimiento religioso samaritano sobre el monte Gerizim. Quizás como resultado de ello, a finales del 36 d.C. o la primavera del 37 d.C., Pilato fue suspendido de su cargo; y Caifás, que pueden haber fomentado la acción, fue despedido como sumo sacerdote.