El Nuevo Testamento conserva al menos tres himnos cristianos primitivos e información adicional sobre los servicios de adoración que hacen resaltar las primeras reuniones. Muy similares a los modernos servicios de culto, las reuniones de los primeros cristianos eran embellecidas por el canto de himnos, típicamente cantados antifonalmente, o, en otras palabras, separadas por dos coros enfrentándose entre sí mientras se cantaba sin acompañamiento instrumental. Plinio, el gobernador romano, le dijo por escrito al emperador Trajano, que los cristianos se reunían temprano en la mañana y “cantaban himnos a Cristo como si fuera un Dios” (Epístolas 10). Cristo junto con sus discípulos cantaron un himno, muy probablemente los Salmos del Hallel (Salmos 113-118), antes de entrar en Getsemaní (Mateo 26:30). Rastros de estos primeros himnos perduran en los Evangelios de Lucas y Juan, así como en las cartas de Pablo, los himnos de las cartas paulinas muestran signos de haber sido traducidas de originales más antiguos, probablemente arameos.
Los primeros himnos cristianos se encuentran en el Nuevo Testamento. El primero es a veces identificado como el Himno del Logos (Juan 1:1-5, 11-14). El segundo es “Cristo el Creador y Redentor” (Colosenses 1:15-20) que data de alrededor del año 45 d.C. El tercero es el “Himno a Cristo, el Señor” (Filipenses 2:6-11).
yo creo en la trinidad PADRE JEHOBA DIOS, JESUCRISTO HIJO, Y ESPIRITU SANTO PODER TODOPODEROSO (LOS TRES EN LA DIVINIDAD)Y AUNQUE JESUS TENIA EL PODER DE DIOS PARA DEMOSTRAR SU GRANDEZA NUNCA DIJO QUE EL ERA EL PADRE Y LO QUE EL PROMETIO FUE QUE EL PADRE NO NOS DEJARIA SOLOS QUE NOS ENVIARIA EL ESPIRITU SANTO PORQUE CONOCIA QUE SOLOS NO PODRIAMOS OBEDECER
Juan 10:25-30 Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mi:
pero vosotros no creéis porque no son mis ovejas, como os he dicho.
Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatarán de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de las manos de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos