¿Por qué el Salvador Jesucristo enseñó que debemos ser como niños pequeños? Es curioso, cuando yo era joven todo lo que quería era crecer, ahora que estoy “crecida” Toda mi vida está dedicada a tratar de ser más como un niño. Tuve el privilegio a los tres años de que mi abuela viviera conmigo. Para ser honesta, no recuerdo que ella estuviera enferma en absoluto. No me acuerdo de ella pasando por quimioterapia y perdiendo su cabello. No me acuerdo de la cama del hospital que ocupaba la habitación de abajo. Pero sí recuerdo que ella era mi mejor amiga. Incluso recuerdo mi camiseta blanca favorita de ella que tenía peces brillantes en ella. Recuerdo llamar a la policía por ella porque cortó la corteza de mi sandwich, cuando yo no quería (historia real). Recuerdo jugar con ella, abrazarla, y pensar que era la mejor abuela que cualquiera podría pedir .
No debemos temerle a la muerte
Yo no le temía a su enfermedad, o su eventual muerte en mi tierna y joven edad. Estoy segura de que me sentía mal por ella cuando ella no se sentía bien, pero yo no estaba asustada por su situación. Una vez que ella falleció yo sólo sabía que la amaba, que la echaba de menos terriblemente, y que iba a volver a verla. No había dudas sobre ello. ¿Por qué es que cuando “crecemos” empezamos a dudar? E incluso si creemos en Dios, cuando suceden los milagros, pensamos, “Oh, eso fue sólo una coincidencia”. Pero cuanto más crezca hacia Dios, más me doy cuenta de que no hay tales cosas como las coincidencias. Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (en ocasiones inadvertidamente llamada la “Iglesia mormona”) doy testimonio de que Dios vive, y Él tiene un gran plan guardado para cada uno de nosotros, por toda la eternidad, si tan sólo optamos por seguir Sus caminos.
¿Qué creen los Santos de los Últimos Días (“mormones”) sobre la vida después de la muerte?
Cuando el cuerpo físico muere, el espíritu sigue viviendo. En el mundo de los espíritus, los espíritus de los justos “serán recibidos en un estado de felicidad que se llama paraíso: un estado de descanso, un estado de paz, donde descansarán de todas sus aflicciones, y de todo cuidado y pena” (Alma 40:12). Un lugar llamado prisión espiritual se reserva para “los que [han] muerto en sus pecados, sin el conocimiento de la verdad, o en transgresión por haber rechazado a los profetas” (D & C 138:32). Los espíritus en la prisión son “[instruidos en] la fe en Dios, el arrepentimiento del pecado, el bautismo vicario para la remisión de los pecados, el don del Espíritu Santo por la imposición de las manos, y todos los demás principios del evangelio que les [es] menester conocer” (D. y C. 138:33-34). Si aceptan los principios del evangelio, se arrepienten de sus pecados, y aceptan las ordenanzas realizadas en su favor en los templos, se les dará la bienvenida en el paraíso (vea Temas SUD).
Es por eso que los mormones están tan anhelosamente dedicados a la historia familiar y la obra en el templo. Deseamos que todos reciban todas las bendiciones que nuestro Padre tiene para Sus hijos, creemos que las ordenanzas, como el bautismo, son necesarias para recibir esas bendiciones, así que realizamos obra vicaria (con la autoridad para representar a otra persona) en los templos mormones para los que ya han entrado en la otra vida que no tuvieron la oportunidad de participar en estas ordenanzas durante su estadía mortal.
¿La prisión espiritual o el paraíso duran para siempre?
Después de que Cristo venga de nuevo a reinar como Rey de reyes (Isaías 9:6) la resurrección comenzará. Seguimos aprendiendo en Temas LDS que:
Gracias a la expiación y a la resurrección de Jesucristo, la muerte física es sólo temporal: “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22). Todos resucitaremos, lo cual significa que los espíritus de todas las personas se reunirán con su cuerpo y serán “restablecido[s] a su propia y perfecta forma” y nunca más estarán sujetos a la muerte (Alma 40:23; véase también Alma 11:44–45).
Una vez resucitado, será llevado a un reino, o gloria, donde permanecerá para siempre. En la Biblia aprendemos de los diferentes reinos:
Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrestres; mas ciertamente una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrestres. Una es la gloria del sol, y otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción (1 Corintios 15:40-42).
Lo bello de tener diferentes reinos en el cielo es que vamos a ir a donde nos sentimos más cómodos (véase Doctrina y Convenios 76). Si deseamos servir a Dios, y darle nuestro corazón y devoción no hay duda de que vamos a ser capaces de permanecer en el Reino Celestial (el reino más alto y el más sagrado de los cielos).
Nuestro Salvador Jesucristo hizo posible esto para cada uno de nosotros, simplemente depende de nosotros el aceptar su oferta. Es allí donde podemos recibir todas las bendiciones que nuestro Padre desea darnos, para llegar a ser como Él. Estamos destinados a vivir para siempre. Y no, no va a ser un lugar donde los sirvientes nos abanicarán con hojas de palma durante todo el día y nos servirán uvas cuando queramos. Vamos a hacer lo que Dios hace ahora … Servir, amar, trabajar, “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).
Yo sé que Dios creó nuestros espíritus, y lo hizo con un propósito sabio, ayudarnos a tener éxito y llegar a ser como Él mientras estamos aquí en la tierra y en el más allá. Al igual que con nuestros hijos terrenales, los creamos físicamente, y esperamos que sean capaces de tener todo lo que teníamos y más. Pero no queremos que ellos sólo lo “tengan”, queremos que trabajen por ello, que sean autosuficientes. Y es por eso que estamos aquí en la tierra. Estamos aquí, preparándonos para la eternidad y para ser espiritualmente autosuficientes.
¿Hay un propósito de la vida?
A veces podemos mirar a los demás y pensamos que son mejores que nosotros … eso simplemente no es verdad. Dios nos creó iguales en oportunidad de recibirlo y crecer para ser como Él. En el Libro de Mormón aprendemos una preciosa verdad de nuestro Salvador:
…él invita a todos ellos a que vengan a él y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres; y se acuerda de los paganos; y todos son iguales ante Dios, tanto los judíos como los gentiles (2 Nefi 26:33).
Si alguna vez te sientes mal, atemorizado por el futuro, o sientes como que no tiene sentido tu vida, te invito a volver a ser como un niño y confiar en Dios. Ponte de rodillas y sinceramente pide a Dios que te de testimonio de Su amor por ti. Soy testigo de que Él te quiere, y cuando recibas ese conocimiento sabrás que Él no sólo quiere que vivas para siempre, sino que Él quiere que tengas la vida eterna, con tus seres queridos, junto con Sus más ricas bendiciones. Él ha proporcionado un camino para que puedas lograr esto, a través de nuestro Salvador Jesucristo. Termino extendiendo la invitación a leer y meditar estas palabras de un apóstol mormón, el Presidente Dieter F. Uchtdorf (segundo consejero de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo):
En la sinfonía del grandioso Compositor, ustedes tienen su parte especial que tocar, sus propias notas que cantar. Si no la ejecutan, la sinfonía ciertamente continuará; pero si se levantan, se unen al coro y dejan que el poder de Dios obre en ustedes, verán que se abren “las ventanas de los cielos” y que Él derramará una “bendición hasta que sobreabunde”12. Elévense hasta alcanzar su verdadero potencial como hijos de Dios y serán una fuerza para el bien en su familia, en el hogar, en la comunidad, en la nación y, ciertamente, en el mundo (“Cuatro Títulos”, Liahona, mayo 2013).
Este artículo fue escrito por:
ashley .
Ashley Bell, de 22 es una esposa, madre, graduada de la BYU y miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. A Ashley le gusta correr, cocinar, la jardinería, leer y más que nada pasar tiempo con su familia y amigos.