La mayoría de los cristianos se enfocan en la crucifixión de Cristo cuando piensan o debaten la infinita expiación de nuestro Señor por nosotros. Esto es apropiado, porque fue la sumisión voluntaria de Cristo de Su vida, y Su capacidad de convertirse en los primeros frutos de la resurrección que proporcionó la resurrección, y por lo tanto la inmortalidad, para todo ser viviente. La expiación de Cristo satisfizo las demandas de justicia, si hemos de creer en Él y arrepentirnos de nuestros pecados. Su gracia es lo único que puede hacernos lo suficientemente puros como para entrar en la presencia de Dios en el cielo.

mormon-getsemaniSin embargo, algo increíble y maravilloso sucedió en el Huerto de Getsemaní, que es una parte importante de la expiación de Cristo. Vale la pena reflexionar en los acontecimientos ocurridos en el lugar.

Getsemaní era un jardín en la base del Monte de los Olivos. El lugar era conocido por el Salvador y Sus apóstoles. Este jardín consistía en una arboleda de olivos. Los olivos constituyen el vehículo para muchas alegorías y parábolas de Cristo. No tienen una belleza natural real, como dicen las escrituras de Cristo, a menos que se desarrolle un buen ojo para ellos. Son mucho más agradables de ver si son amados y cultivados. Viven por un tiempo muy prolongado y puede echar raíces en los suelos menos nutrientes.

Una persona que planta un olivo no lo está haciendo por gratificación instantánea. Las cepas de olivo más antiguas tomaron muchos, muchos años en dar fruto. El propio olivo es de tan mal sabor y amargo, que hace que uno se pregunte cómo alguien descubrió que era comestible. Pero con la salazón y curado en diversos vinagres y especias, los olivos puede ser maravillosos. Vayan a un bar de oliva en Grecia, y degusten una variedad infinita de sabores.

El olivo era el sostén de la vida en el antiguo Israel. Una prensa de olivo podía extraer el fino aceite, que era tan valioso para dar luz (en una lámpara de aceite) como lo era para la alimentación y el aseo. Los olivos son nutritivos en muchos aspectos. Puede ser que los olivos de Getsemaní hayan sido antiguos cuando Jesús se acercó al jardín. Él y Sus apóstoles acababan de participar en un seder de la Pascua, o la cena ritual, en la que Jesús instituyó el sacramento por primera vez al establecer el pan y el vino simbólicos, siempre con una visión hacia el Mesías, un recuerdo de él.

Observe en el relato de Mateo que cuando Jesús y sus apóstoles se acercaron al jardín, la voluntad de Dios se apoderaba de ellos.

Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allí y oro. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. (Mateo 26:36-38).

Los apóstoles fueron también llenos con esta pesadez de corazón, a medida que el sufrimiento inminente necesario se posaba sobre Jesús. Es casi como la aproximación de un parto inminente. La futura madre no tiene opciones sobre la hora de nacimiento. Este la supera. Al igual que la madre tiene que experimentarlo, también lo hizo Cristo, y Él estaba destinado a hacerlo sin la presencia de sus apóstoles. Esta parece ser la voluntad de Dios, aunque puede no haber sido la del Salvador.

Aunque Cristo rogó para que haya otra manera cuando Su sufrimiento se posaba sobre Él, estaba dispuesto a hacer la voluntad de Su Padre. No podemos comprender qué tipo de angustia en cuerpo y en espíritu soportó el Salvador en Getsemaní, pero sufrió la ira de Dios por nuestros pecados, y de alguna manera soportó también nuestra desesperación, nuestra pena, nuestra culpa, cada emoción dolorosa para todas las personas que habían vivido o alguna vez iban a vivir. Sufrió para que nosotros no tuviéramos que hacerlo. En Doctrina y Convenios, Jesús nos dice lo que va a pasar con los que se nieguen a arrepentirse o tomar sobre sí Su nombre:

Por lo que, te mando que te arrepientas y guardes los mandamientos que en mi nombre has recibido de las manos de mi siervo José Smith, hijo; Y es por mi omnipotencia que los has recibido; así que, te mando que te arrepientas; arrepiéntete, no sea que te hiera con la vara de mi boca, y con mi enojo, y con mi ira, y sean tus padecimientos dolorosos; cuán dolorosos no lo sabes; cuán intensos no lo sabes; sí, cuán difíciles de aguantar no lo sabes.

Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten; mas si no se arrepienten, tendrán que padecer así como yo; padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar. Sin embargo, gloria sea al Padre, bebí, y acabé mis preparativos para con los hijos de los hombres (Doctrina y Convenios 19:13-19).

¡Cuán grande es este regalo! ¿No deberíamos aceptarlo? El sufrimiento de Cristo nos permite utilizar Su gracia para superar nuestra separación del Padre. Nos permite experimentar Su misericordia al enfrentarnos a las pruebas de la vida, y aferrarnos a Su gracia cada día para darnos la paz que sólo Él nos puede dar, para darnos la felicidad que sólo se puede conseguir a través de Él.

Recursos Adicionales:

La Biblia en el mormonismo

Adore con los mormones

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Gale

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