Jesús de Nazaret, una frase que aparece diecisiete veces en el Nuevo Testamento, ha identificado a una pequeña aldea, sin murallas al sur de Galilea, con Jesús, para siempre. Situada a unas quince millas al oeste del mar de Galilea y veinte millas al este del Mar Mediterráneo, Nazaret tenía una población de entre doscientas y cuatrocientas personas a comienzos del primer siglo. Nazaret, una aldea oculta, no es mencionada en el Antiguo Testamento, ni por Josefo, ni en el Talmud. Está situada en las colinas cuatro millas al sudeste de Seforis, la primera capital de Herodes Antipas.
El registro arqueológico de Nazaret indica que los habitantes explotaban la piedra caliza blanda en la zona para construir sótanos, cisternas, instalaciones de almacenamiento de cereales, y las prensas de aceitunas y vino, que reflejaban su principal ocupación económica, la agricultura. Nazaret no tenía palacios, casas de baños, o calles pavimentadas, lo que indica que las personas vivían en casas humildes que se propagaban a través de una pendiente con frente al sur. Se trataba de una aldea totalmente judía que se asentó más probablemente durante el período expansionista de los Hasmoneos, justo antes de que Jesús naciera.
En contraste directo con su primer siglo de oscuridad política y económica, Nazaret juega un papel importante en las narraciones del Evangelio. En Nazaret, el ángel Gabriel apareció a María y anunció el nacimiento del Mesías (Lucas 1:26). José y María regresaron allí en algún momento después de que Jesús naciera en Belén (Mateo 2:23). Desde la juventud de Jesús hasta que tuvo treinta años de edad, Nazaret fue la casa de Jesús. Por último, fue el lugar escogido por Jesús para anunciar el cumplimiento de la profecía mesiánica en relación con él (ver Isaías 61:1-2) mientras comenzaba su ministerio (Lucas 4:16-30).