Crucifixion-Christ-Cross-MormonNo, Jesús fue crucificado. La crucifixión era un castigo romano, no un castigo judío. Además, no se debe olvidar que Jesús era judío. Su madre y sus discípulos fueron todos judíos. Ellos, por supuesto, no fueron responsables de la muerte de Jesús. Muchísimos judíos que vivían fuera de Galilea y Judea nunca conocieron o escucharon de Jesús. Obviamente, ellos no fueron responsables de la ejecución de Jesús, de la cual no supieron ni escucharon nada durante su vida. La mayoría de los judíos del primer siglo desconocían totalmente su vida y ministerio y, por tanto, no tuvieron nada que ver con su muerte; por consiguiente, no fueron responsables de las acciones de unas cuantas personas (Judas, quien lo entregó a los oficiales que lo arrestaron; los oficiales que lo entregaron al sumo sacerdote judío; Caifás, quien lo entregó al gobernador romano, y Pilato, quien lo entregó a la escuadra de ejecución romana). Por supuesto, lo judíos que vivieron antes del primer siglo y los que vivieron después del primer siglo no tuvieron nada que ver con los trágicos acontecimientos de ese fatídico viernes hace tanto tiempo atrás en Jerusalén.

En Galilea y Judea, muchos judíos simpatizaron con su mensaje al “menor, el último y el perdido”. Sus enemigos tenían miedo de la multitud judía que lo escuchó y lo siguió (Marcos 14:1-2). Muchos judíos que lo conocieron pensaron que era un maestro virtuoso, un curandero, incluso un profeta (Mateo 16:13-14). Otros creían que era el tan esperado siervo ungido, el Mesías. Incluso entre los líderes judíos en Jerusalén, hubo aquellos que creyeron que Jesús era enviado de Dios (Véase Juan 19:39; cf. Juan 3:1).

Tras su muerte, muchos judíos siguieron aceptando el mensaje de Jesús y se convirtieron en fervientes discípulos (Véase Hechos 2:41; 4:4). Eventualmente, la Iglesia judío-cristiana abrió sus puertas a los gentiles (Véase Hechos 10) quienes se unieron en tan grandes cantidades que se convirtieron en la mayoría al final del primer siglo.

Sólo mucho después, los gentiles cristianos comenzaron a culpar a los judíos como nación, olvidando que todos los héroes y heroínas de los Evangelios que tanto admiraban (Simeón, Ana, María Magdalena, Juan Bautista, Martha y Lázaro) eran judíos fieles que creían que Jesús era el Mesías judío. Además, estas personas también se olvidaron que Jesús mismo oró, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

El Nuevo Testamento no responsabiliza a los romanos, gentiles o judíos. Brinda la historia de un cruel gobernador romano y la bastante pequeña colaboración de un líder judío quienes conspiraron para deshacerse de Jesús porque era muy popular entre los judíos que vivían en Galilea y Judea en el primer siglo.

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