Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, (comúnmente llamada la “Iglesia Mormona” por amigos de otras religiones), adoran a Jesucristo como el Salvador, el Redentor y Creador del mundo. Los mormones creen que la Santa Biblia es la palabra de Dios, al igual que el Libro de Mormón (otro testamento de Jesucristo, semejante a la Biblia). Tanto en la Biblia como en el Libro de Mormón aprendemos del ejemplo del Salvador sobre el servicio, y de esta manera aprendemos a andar en Sus pasos.

¿Cómo fue el Señor Jesucristo el ejemplo perfecto de servicio?

jesús-mormónEn el registro del ministerio terrenal de Cristo, leemos una y otra vez sobre las maneras en que el Señor servía a las personas. Es fácil pensar en Su servicio como algo global, que en realidad lo era; pero a menudo se llevaba a cabo sirviendo a “una” persona. Jesús sanaba a los ciegos, a los enfermos y a los afligidos (Mateo 15:30). Él levantó de entre los muertos al hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-14), a Lázaro (Juan 11:1-44), y a la hija de Jairo (Marcos 5:22-43). Él salvó a la mujer adúltera de ser apedreada (Juan 8:1-11). Lavó los pies de los apóstoles (Juan 13:5). Sanó la oreja de un siervo del Sumo Sacerdote que atentó contra Su vida (Lucas 22:51). Y por supuesto, sirvió a toda persona que ha sido creada, a través de la Expiación, en la que sufrió los dolores, aflicciones y tentaciones de toda clase (Alma 7:11). De hecho, Jesucristo cuidó de toda persona, como quedó claro en las propias palabras del Salvador:

¿Qué os parece? Si tiene algún hombre cien ovejas y se descarría una de ellas, ¿no irá por los montes, dejando las noventa y nueve, a buscar la que se ha descarriado? (Mateo 18:12).

Esta idea del Señor de servir a “una” está enfatizada en el relato sobre Su aparición a los pueblos del continente americano después de Su resurrección, registrado en el Libro de Mormón. En las Américas, durante el tiempo entre Su muerte y resurrección, hubo grandes truenos, relámpagos, una tormenta, una tempestad, y un temblor de la tierra (3 Nefi 8:19). Debido a esto hubo muchos que estaban sufriendo mucho (física y emocionalmente), por lo que  Él fue “uno por uno” para ministrar a cada uno de ellos (3 Nefi 11:15, 3 Nefi 18:36, 3 Nefi 28:1). Uno de los mayores actos de amor y de servicio se registra durante este ministerio: él había pasado tiempo con esta gente y les enseñó sobre Su Reino, y entonces dijo estas palabras:

…He aquí, mi tiempo está cerca.
Veo que sois débiles, que no podéis comprender todas mis palabras que el Padre me ha mandado que os hable en esta ocasión.
Por tanto, id a vuestras casas, y meditad las cosas que os he dicho, y pedid al Padre en mi nombre que podáis entender; y preparad vuestras mentes para mañana, y vendré a vosotros otra vez.
Pero ahora voy al Padre… (3 Nefi 17:1-4)

Les estaba pidiendo volver a casa y reflexionar sobre lo que habían aprendido mientras iba a visitar a Dios el Padre. Pero entonces este extraordinario acto de servicio sucedió:

Y sucedió que cuando Jesús hubo hablado así, de nuevo dirigió la vista alrededor hacia la multitud, y vio que estaban llorando, y lo miraban fijamente, como si le quisieran pedir que permaneciese un poco más con ellos.
Y les dijo: He aquí, mis entrañas rebosan de compasión por vosotros. (3 Nefi 17:5-6)

¿Qué hizo? Se quedó con ellos, y los bendijo. El Señor Jesucristo retrasó su visita con el Padre con el objeto de servir a esa oveja. Luego ordenó que todos los niños pequeñitos fueran puestos “alrededor de Él” (3 Nefi 17:12), y a la multitud que “se arrodillasen en el suelo” (3 Nefi 17:13). El Salvador Jesucristo oró al Padre por ellos, y el pueblo registró: “nadie puede conceptuar el gozo que llenó nuestras almas cuando lo oímos rogar por nosotros al Padre” (3 Nefi 17:17). Y la lección que me tocó más se encuentra en la última parte de este capítulo:

Y sucedió que Jesús les habló, y mandó que se levantaran.
Y se levantaron del suelo, y les dijo: Benditos sois a causa de vuestra fe. Y ahora he aquí, es completo mi gozo.
Y cuando hubo dicho estas palabras, lloró, y la multitud dio testimonio de ello; y tomó a sus niños pequeños, uno por uno, y los bendijo, y rogó al Padre por ellos.
Y cuando hubo hecho esto, lloró de nuevo;
y habló a la multitud, y les dijo: Mirad a vuestros pequeñitos. (3 Nefi 17:19-23, énfasis añadido).

Es así que el Salvador y Redentor del mundo, sí, el Señor Jesucristo se preocupa por todas las personas, ustedes y yo, la gente en la calle, y los bebés en sus cunas. Él ama, debido a ello Él da todo lo que tiene para ofrecer.

¿Qué puedo hacer para seguir el ejemplo de servicio de Jesucristo?

Al igual que el Señor, que retrasó su visita con el Padre porque percibió que la gente deseaba que Él “permaneciese un poco más con ellos” (3 Nefi 17:5), podemos detenernos para ayudar a alguien a cambiar un neumático desinflado aun cuando podríamos llegar tarde a una cita. Podemos salir a almorzar con un amigo en necesidad, aun si parece que nuestra agenda ya está repleta. Podemos hacer la cena para un vecino que está enfermo o afligido. Y el primer lugar para comenzar nuestro servicio es en el hogar. Podemos hacer lo que el Salvador querría que hagamos en nuestra vida diaria enfocándonos en el exterior en lugar del interior.

El presidente Thomas S. Monson (Mormón profeta) dijo: “En el Nuevo Mundo, el Señor resucitado declaró: “…sabéis las cosas que debéis hacer en mi iglesia; pues las obras que me habéis visto hacer, ésas también las haréis; porque aquello que me habéis visto hacer, eso haréis vosotros” (3 Nefi 27:21). Bendecimos a los demás al prestar servicio a la manera de “Jesús de Nazaret… [que] anduvo haciendo bienes” (“El llamado del Salvador a prestar servicio“, Liahona, agosto de 2012).

Sé que Jesús es el Cristo y que Él es el ejemplo perfecto de servicio. Yo sé que Él no nos mostró el camino a fin de que sólo pudiéramos estudiar Su vida, sino que Él nos mostró que podemos poner en práctica Su ejemplo en nuestra propia vida. Como Santo de los Últimos Días (“mormona”), testifico que durante nuestra adoración dominical esto es lo que enseñamos: a vivir y a difundir las enseñanzas de Jesucristo en todo el mundo. Los invito a venir y descubrir por ustedes mismos cómo los mormones se centran en Jesucristo asistiendo a una reunión mormona, o recibiendo una visita de los misioneros mormones, o leyendo el Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo“.

El artículo fue escrito por Ashley

Recursos Adicionales:

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